Saramago denuncia a Dios por infanticida

Saramago denuncia a Dios por infanticida

Me conmovió lo ocurrido con una religiosa de mi pueblo, muy estudiosa, que “colgó los hábitos” cuando leyó en Deuteronomio 13.6 y 10, donde  Yahvé ordena matar a los hermanos idólatras, leales a otros dioses. Al igual que Saramago y otras personas que son, según ellos más misericordiosos y justos que Dios, no concebía la religiosa tanta crueldad. Ese Dios, alega, no era el perdonador e indulgente del Nuevo Testamento. Por tanto, todo resultaba una farsa.

En la parodia de Saramago, viene resultando que el propio Caín, homicida (y adúltero, en la novela), es más misericordioso que Dios, y protesta porque Yahvé quemó a Sodoma y no salvó siquiera a los niños. Y contra el Dios que ordenó a Josué matar  también a los niños. (Sería interesante un ensayo novelado de Saramago, a ver qué hubiera hecho él con esos niños. Mejor que inventarse fantasías sociológicas de poco aporte a nuestros problemas reales).

No diría que el asunto es fácil de entender y menos aceptar. Porque se tiene primero que admitir a un Dios dueño absoluto de la vida que sería, por otra parte, un Dios de amor. Los cristianos siempre han dicho que niños e inocentes, al morir, son convertidos en ángeles (los de Sodoma eran solamente candidatos a degenerados).

Un Dios con propósito necesariamente somete su pueblo a disciplina; que fue lo que hizo con los primitivos judíos en Egipto, a quienes primero sometió a la purga del desierto y luego a un nuevo sistema de mandamientos. Porque el plan  de hacer de el animal un ser semejante a él, había fallado varias veces,  a causa del libre albedrío, porque sin este elemento, no se puede producir dignidad ni amor. Pero Dios tenía, además, que evitar que ese pueblo-proyecto se disolviera entre las culturas vecinas, ya pervertidas casi  como Sodoma y Gomorra, y la única forma de lograrlo (y con muchas dificultades) era imponer una ley marcial a todo el que fuera desleal con el Plan y con el Jefe.

Los mismos israelitas, cuando no fueron desleales hacia afuera, se quisieron apropiar del Proyecto, proclamándose dueños, hijos consentidos, abdicando al papel   de portadores del mensaje que Dios les había asignado. Confundieron ser “encargados” con ser “elegidos”. (Ver parábola de los labradores malvados, Mateo 21.33).

Léanse la Biblia con tranquilidad y sin prejuicios humanistas para que entiendan la perspectiva de Dios. Y luego, si procede, critíquenla, Saramago y comparsas. Y háganlo con seriedad y respeto.

No con la táctica irresponsable de la parodia o el falso humor, como quienes dicen  improperios, si no hay problemas, se deja correr la infamia, y si sale mal, dicen que sólo era broma.

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