PARIS (EFE).- El nuevo presidente francés, el conservador Nicolas Sarkozy, nombró ayer primer ministro al reformador François Fillon, que prometió aplicar todos los compromisos de la campaña electoral, si bien estará a la escucha de sus compatriotas.
Las elecciones presidenciales llevaron a los franceses a escoger una política nueva. Es mi deber, es mi mandato. Respetaré todos los compromisos suscritos porque la renovación de la vida política tiene ese precio, afirmó Fillon, de 53 años, al final de la ceremonia del traspaso de poderes con su predecesor, Dominique de Villepin.
Al mismo tiempo, prometió estar a la escucha de todos porque Francia en movimiento necesita a todos, y, al recalcar que servir a Francia es actuar por el interés general uniendo a la Nación, se refirió al espíritu de apertura prometido por Sarkozy.
Una apertura que debe manifestarse con la entrada de socialistas y centristas, junto a conservadores de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), en el Gobierno, cuya composición debe conocerse mañana, antes del primer Consejo de ministros programado para la tarde, a tono con la voluntad del flamante presidente de actuar de prisa».
Fillon, que prometió defender la identidad de Francia, apostó por darle un lugar eminente en el nuevo siglo frente a los retos, que pueden afrontarse con pasión y confianza en el futuro».
Procedente del gaullismo social, con una amplia experiencia gubernamental (ocupó cuatro carteras) y convertido desde hace dos años en fiel consejero de Sarkozy, que dijo de él que es más que perfecto, Fillon necesitará todas sus dotes de hábil negociador para aplicar el programa de ruptura del jefe de Estado. Bajo sus aires de calma y ponderación, que contrasta con la imagen del movimiento perpetuo del presidente, el nuevo primer ministro esconde una férrea determinación.Desde el Elíseo un hombre fuerte velará por la política exterior, el nuevo consejero diplomático de Sarkozy, Jean-David Lévitte.