Al cumplir hoy 27 años de existencia, y recién completado un proceso de renovación tecnológica y rediseño, fruto de una inversión importante y de un gran esfuerzo gerencial y profesional, este periódico se siente con buenos motivos para celebrar con un júbilo que comparte con sus lectores y la sociedad en general a la que nos debemos.
Continuaremos, con humildad y tesón, ejerciendo esta labor de comunicación que es de pleno compromiso con la nación dominicana a la que damos información, orientación y entretenimiento con sentido de objetividad e independencia pero tomando partido vigorosamente por cada causa que nos parezca justa y oportuna.
Hemos logrado una posición de respeto y crédito en la conciencia ciudadana, lo que es motivo de orgullo y satisfacción para todos los que han hecho posible que este diario exista: propietarios, ejecutivos periodísticos y administrativos y su personal completo, hasta el más humilde rol. Creemos en el futuro de este pueblo y por tanto, en el nuestro. Juntos, la sociedad y nosotros, continuaremos por el camino que conduce a las metas de realizaciones que ambos buscamos.
Ante el flagelo de las drogas
El gobierno ha dejado claro que no cederá un ápice en su decisión de combatir el narcotráfico y que procederá judicialmente contra sus tentáculos sin importarle grado ni estatus.
Son palabras alentadoras respaldadas ciertamente porque las autoridades logran con regularidad interceptar cargamentos de sustancias prohibidas y detener a una parte de quienes trafican. ¿Dan luego los tribunales el castigo que demande cada caso? Eso solo se puede lograr sustentando correctamente los cargos, aspirándose a que la Suprema Corte de Justicia juegue su papel de guía y control de los tribunales.
En este momento, la preocupación mayor es que a pesar de los golpes al narcotráfico, los delitos de ese género se manifiestan con igual o mayor intensidad. La ejecución de siete hombres en Paya, Baní, expresa poder criminal, en adición a otros hechos casi diarios con características de ajustes de cuenta. Además, las mafias han tenido éxito en infiltrar a los organismos de control que con regularidad informan de detecciones y expulsiones de miembros que hacen causa común con la delincuencia.