Saturación del parque vehicular en el país

Saturación del parque vehicular en el país

El espíritu consumista del dominicano, no solo se manifiesta en las diferentes época del año en las cuales los comerciantes prometen “ofertas especiales” o “grandes rebajas”, para inducir a los ciudadanos más incautos a dispensar sus ahorros y recursos, en bienes que si no fuera por la agobiante propaganda, no compraría. Estas ocasiones, no necesariamente en el orden de consumo mayor se componen de: Día de los Enamorados; de las Madres; Semana Santa; Autoferias; Viernes Negro o cualquier día adicional; Navidades y Reyes. Últimamente se han agregado –aunque en menor escala– la fiesta de los Padres; el 27 de Febrero y el 16 de Agosto.
Todas estas fechas tienen su especialidad: Enamorados: Chocolates y flores; Madres: electrodomésticos; Semana Santa, Equipos de playas y neumáticos; Autoferias, vehículos automotrices de lujo: Viernes Negro: todo lo que se pueda comercializar y en Navidades y Reyes, regalos para los familiares y amigos y juguetes para los jóvenes de los denominados “Play station” y otros equipos electrónicos.
En esta entrega nos concentraremos en las llamadas: “Autoferias”. En la vigésima primera edición de la Autoferia Popular, una de las tantas que las instituciones financieras celebran en el curso de un año calendario, esta institución bancaria admitió haber aprobado préstamos por más de RD$4,310.000.00, para financiar 3,465 vehículos, de los cuales la mayoría eran de las denominadas “jeepetas”; vehículos más caros por disponer de tracción en las cuatro ruedas y que la mayoría de los adquirientes; o no utilizan por estar en la ciudad; o no saben aprovecharlo en circunstancias especiales, como es estar dentro de un lodazal, o en arenas en las playas. Esto me consta, ya que he tenido que auxiliar en varias ocasiones a personas con vehículos atascados, que no sabían cómo accionaba el comando del 4 x 4.
Es contraproducente, que mientras las instituciones financieras celebran estas actividades en las cuales se les ofrece una tasa preferencial de hasta un 8.5% para la adquisición de un vehículo de lujo, al sector agropecuario que produce los alimentos que consumimos, cuando se necesitan vehículos para cultivar o mejorar los terrenos de siembra; la tasa mínima es de un 18%, llegando algunas instituciones usureras hasta un 28%. Estos sectores consumistas son los que alzan la voz, cuando le piden 10 pesos por un plátano, sin saber el esfuerzo y el tiempo que se lleva producir esta musácea o el riesgo que se corre por un ventarrón, una plaga o inundaciones, tal y como está sucediendo en estos momentos.
Solo hay que recorrer las principales ciudades del país para encontrarse con una inmensidad de locales destinados a la venta de vehículos, en muchos casos tan abundantes como la infinidad de bancas de apuestas que pululan en ciudades y campos. Hemos notado espacios cubiertos con más de quinientos vehículos sin aparente salida, ya que los vemos muy a menudo; sin embargo, se siguen importando, hasta algunos con más de cinco años, como son los taxis coreanos, verdaderas chatarras circulantes a las cuales se pintan y reducen el kilometraje del odómetro, para engañar a los ingenuos.
Cuando se termine de efectuar la autoferia anunciada para mediados del mes que discurre, la ciudad de Santo Domingo, habrá sido “beneficiada”, con unos 12,000 vehículos que contribuirán a entorpecer aun más, las ya taponadas vías de la capital. En su momento, alguna de estas amplias avenidas fueron tratadas por el profesor Bosch como suntuarias. Lástima que no llegó a observar las congestionadas “avenidas suntuarias” como la Winston Churchill o la avenida Luperón.
El Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC) y la Autoridad Metropolitana del Transporte (AMET), han tratado infructuosamente de ordenar el tránsito en esta caótica ciudad. El problema principal se suscita por la falta de autoridad de los agentes de tránsito. En varias ocasiones hemos visto vehículos transitando en vía contraria y los conductores cuando les detienen solo atinan a decir “no sabía que era de una vía” y ahí, el complaciente Amet, hasta le regala una sonrisa.
Los llamados “deliveries” son el azote del anárquico desorden existente. Sin embargo, cuando estos se encaraman en una acera, hacen zigzag entre los vehículos, o simplemente se magnifican, al birlar la luz roja de los semáforos.
A esto se agrega para un mega mal, los rebases de las denominadas “guaguas voladoras” verdaderos engendros del desastre.
Sin embargo, los impasibles Amet, a pie, no pueden impedir estas tropelías. Hasta que en nuestro país no haya un equipo especializado en ordenamiento del tránsito, debidamente equipados y resueltos a componer los entuertos con responsabilidad, olvidándose de los “padres de familia”, la circulación por las calles y avenidas, se comportara como la típica “República Bananera”, que por supuesto está en el penúltimo lugar en educación.

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