¿Saudade o sed de justicia?

¿Saudade o sed de justicia?

OSCAR E. COÉN
El estudiantado de la América Hispana durante la primera mitad del siglo XX demostró una especial fascinación por las noticias y relatos sobre la Guerra Civil Española; curiosidad agudizada en nuestro país, ante el arribo de los desplazados por la tragedia que continuamente llegaban a nuestras playas. El trágico acontecimiento convino en un ingreso de talento extraordinario y su consecuencia intelectual marcó ventajosamente a nuestro país para siempre, pues entre los “refugiados” llegaron una pléyade de verdaderos portentos en áreas tan variadas como la ingeniería, música, pintura, escultura, literatura, matemáticas, la navegación y la hotelería. Apellidarlos tomaría el resto del espacio así que lo obviaremos, a nuestro pesar.

Nunca fue posible durante nuestra nefasta “era”, conocer a fondo la magnitud de la hecatombe española, preludio trágico de la II Guerra Mundial, pues las noticias  además de ser falseadas por los Nacionalistas de Franco, tenían el doble filtro de las fuentes mediáticas occidentales, afectadas desde ya del pánico anticomunista, y la local sesgada por la dictadura y tergiversada por la Iglesia Católica, una de las principales víctimas de la insurrección. En fin, así condicionados nos resultaba  incomprensible que mentes geniales como Picasso, Malraux, Orwell, Hemingway o Pablo Neruda pudieran estar a favor de los “rojos”, como definían a los Republicanos.

Esta remembranza viene a cuento por la próxima celebración del treinta aniversario de la muerte del Generalísimo Francisco Franco, personaje principal de la hecatombe en que casi la tercera parte de la población española padeció la mutilación, la muerte o el ostracismo. Con antelación se espera para esa fecha la acostumbrada peregrinación de un gran numero de españoles, algunos provenientes de tierras lejanas, que irán a rendirle tributo en la imponente basílica labrada en las entrañas de las montañas de Guadarrama a 50 Km. de Madrid en el monumento conocido como “El Valle de los Caídos”. Como todos los años hermosas ofrendas florales combinadas con nostálgicos saludos fascistas estarán a la orden del día; sin embargo, luce que en esta ocasión, la sociedad española en amplia mayoría anticipa el desenlace de lo que en todos estos años han conocido como el “pacto del silencio”.

Durante 36 años gobernó este hombre a España con una mano de hierro y una mentalidad que habría que remontarse al medioevo para encontrar su parangón: las mujeres requerían permiso del marido o de su padre para poder emplearse, los homosexuales eran internados en asilos para dementes, los prisioneros políticos reducidos a campos de concentración, entre otras lindezas. Sin embargo, aun después de la muerte de Franco en 1975 la sociedad española y en particular los partidos políticos decidieron mantener ese “pacto de silencio” sobre los horrores de la Guerra Civil y décadas de dictadura subsiguientes, solo con el fin de asegurar la transición pacífica hacia la democracia y un gobierno representativo.

“Esto quiere decir que la nuestra es una democracia imperfecta pues se ha fundamentado en la impunidad del régimen de Franco… y eso tiene que cambiar”: ominosas palabras de José M. Pedreño, presidente del Foro de la Memoria, entidad que pretende identificar todos los oponentes de Franco que fueron asesinados o desaparecidos. Al parecer la apertura de los archivos de la ex URSS ha destapado episodios dolorosos que han conmovido la opinión pública española. El primer Ministro José Luis Rodríguez Zapatero considera justo establecer la forma de recordar tanto los caídos de la Guerra Civil como las víctimas del régimen de Franco, habiendo autorizado a su Consejo de Ministros el aumento de pensiones a los ancianos, que siendo todavía párvulos fueron enviados a Rusia y Latinoamérica para su protección durante la Guerra, uno de sus episodios  más lacerantes al quedar separados de sus padres a una edad muy tierna. 

Hace apenas un año el partido Iniciativa per Catalunya Verds (ICV) sugirió que la basílica fuera transformada en un “centro para la interpretación” con el fin de informar a los visitantes sobre las acciones represivas infligidas por el régimen de Franco a sus opositores. “Si Auschwitz fue convertido en un centro de aprendizaje sobre el tema y las cámaras de tortura en Argentina transformadas en lugares de explicación, ¿por qué habiendo pasado tantos años hemos de dejar ‘El Valle de los Caídos’ tal y cual lo dejó Franco?”. Más de 30 grupos de derechos humanos se han adscrito a la idea desde entonces. La ICV confía en que la Comisión designada por el Gobierno de Rodríguez Zapatero decida lo que debe hacerse con la basílica antes de mediados de noviembre; si no amenazan con presentar el proyecto directamente al Congreso; entre las recomendaciones se llega al extremo de sugerir que los restos de Franco sean removidos a un mausoleo privado. “Esta vez le aguaremos la fiesta”, declaró Jaume Bosch, vicepresidente del ICV. Esperemos el desenlace, pero de que habrá cambios no hay la menor duda.

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