Scioscia, con su nuevo dolor de cabeza

Scioscia, con su nuevo dolor de cabeza

POR GUILLERMO CELIS
ESPNdeportes.com
BRISTOL, Connecticut.-
Aficionados y fanáticos al rey de los deportes: llega la última semana del calendario regular y con ella el momento de despejar dudas en ambas ligas: ¿quiénes acompañarán a Yankees y Mellizos a la postemporada en la Americana? Cuatro equipos se disputan los dos lugares que aún quedan disponibles.

En la Nacional: ¿serán los Cachorros, los Gigantes, los Astros o los Padres quienes se unan a Bravos, Cardenales y Dodgers? O bien, ¿serán capaces San Francisco o San Diego de tenderle la emboscada final a Los Ángeles en su división?

Lo cierto es que la mayor parte de la atención durante estos últimos seis días de competencia estará centrada en el oeste del país, por encontrarse todos los equipos de California en plena pelea, pero ninguno con el lugar asegurado.

En la Nacional, San Francisco y San Diego tratan de alcanzar a Los Ángeles en su división, pero a la vez persiguen a Cachorros por la lucha del wild card.

En la Americana, Oakland encabeza su división y tratará de sacar más distancia aprovechando la visita de cuatro juegos que realicen los flojos Marineros en el inicio de la semana, para después cerrar la temporada recibiendo a los Serafines, en una serie que promete ser de alarido.

Ese es precisamente el objetivo de Anaheim: tratar de salir con tres victorias al menos de su visita a Texas para llegar a Oakland con una desventaja no tan amplia en relación a los Atléticos. Pero los Vigilantes están todavía con serias posibilidades, así que lejos de ser escalón de otros, se encuentran obligados a barrer en casa a los Serafines, para luego aprovechar de un fin de semana en Seattle. Por donde quiera que se le vea, un rompecabezas en el que quienes parecen estar en completa desventaja son las huestes de Mike Scioscia, pues son los únicos que jugarán en patio ajeno durante toda la semana.

Las lesiones de peloteros clave fueron la primera pesadilla que el manager serafín tuvo en ésta temporada. Cuando la gente importante como Glaus, Anderson, Salmon y compañía regresaron al line up, ya Scioscia estaba pasando noches en vela con el pobre desempeño de su rotación de abridores y ahora, en plena recta final del calendario, justo cuando los problemas anteriores casi están resueltos y el standing indica sólamente un partido de desventaja en relación a Oakland, llegó la nueva pesadilla de Scioscia, quien no podrá contar en esta decisiva y clave semana con el dominicano José Guillén.

Minutos antes del último juego de los Serafines como locales en la campaña, la directiva tomó la decisión de suspender al quisqueyano tras haberse molestado un día antes cuando fue retirado del partido por un corredor emergente, pero haciendo mención de «otros comportamientos», lo cual, alude evidentemente, a algo más que un simple berrinche.

Muchos podrían cuestionar el movimiento de la directiva: ¿cómo prescindir de un hombre que tiene más de 100 carreras producidas y se ha convertido en la segunda parte de un 1-2 demoledor de dominicanos? ¿cómo dejar al equipo, que prácticamente necesita ganar todos sus juegos de la semana, sin uno de sus mejores jugadores tanto a la ofensiva como a la defensiva? ¿porqué prescindir de un pelotero que gana casi tres millones de dólares por año? La respuesta es muy simple: las instituciones están siempre por arriba de cualquier pelotero, llámese José Guillén, Barry Bonds o Babe Ruth.

La medida tomada por los Serafines es algo más que acertada, porque una situación desesperada de búsqueda de un boleto a play offs no puede pasar por alto la falta de respeto o cuestionamiento hacia la autoridad, en éste caso, Mike Scioscia.

Guillén tampoco podrá participar con el equipo si es que alcanzan la postemporada, por lo que prácticamente la ha dicho adiós al béisbol por éste año. Por supuesto que el sindicato de jugadores, famoso por ser uno de los mas poderosos e intransigentes de los sindicatos deportivos en la Unión Americana, ha apelado la decisión de los directivos, misma que evidentemente contempla el no pagar el sueldo del jugador, pero pase lo que pase el viernes, que es cuando un árbitro decidirá en qué termina éste caso, los Serafines han puesto el ejemplo de lo que debe hacerse en éstas situaciones para preservar el respeto no sólo por las autoridades, sino por el béisbol mismo (algo que al sindicato de jugadores poco le importa).

Más allá de todas éstas cuestiones, Scioscia continuará sin dormir. Tomar la medida seguramente no fue fácil, pero si ya el timonel de Anaheim pudo subsanar de forma más que aceptable las bajas de Troy Graus, Tim Salmon, Garret Anderson, Darin Erstad y Ben Molina, pues ahora no se iba a arriesgar a que una «manzana podrida» pudiera podrir a las demás. Al menos esa es su versión tras aclarar que la suspensión no es por el incidente del fin de semana, sino por otras cuestiones que ya se venían presentando y que de inmediato nos trajeron a la memoria el partido aquel en el que Guillén se quejó amargamente porque sus compañeros no cobraron venganza cuando a él le dieron un pelotazo en contra de Toronto.

Si algo ha distinguido a los Serafines desde aquel equipo que ganó la Serie Mundial hace dos años con una de las nóminas mas bajas de todo el béisbol y con un equipo lleno de HOMBRES mas que de NOMBRES, ha sido el compañerismo y el buen ambiente en la casa club, y ni Scioscia ni nadie iba a permitir que eso se viniera abajo por culpa de una sola persona.

Además, el nuevo propietario, Arturo Moreno, ha cuidado muchísimo la imagen de su equipo desde el primer día en que asumió las riendas. Las medidas tomadas por la nueva directiva como la baja de precios en los alimentos, cervezas, souvenirs y los mismos boletos, la contratación de peloteros latinos atendiendo al gran número de aficionados de habla hispana de esa zona y el tratar de montar un equipo competitivo al 100%, no iban a ser arriesgadas por un pelotero dando espectáculo antes de salir para dejar su lugar a un corredor emergente.

Nos gustaría que Guillén recapacitara y pidiera una disculpa, que al fin y al cabo eso es lo que Scioscia sigue esperando, porque sin duda es uno de los mejores exponentes de la pelota caribeña en nuestros días. Una acción así de parte de Guillén, no le quitaría las pesadillas al manager de Anaheim, pero sí nos dejaría a todos con un diferente sabor de boca.

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