Se acabó el petróleo barato

Se acabó el petróleo barato

POR LUIS H. VARGAS
La subida incontenible de los precios del petróleo y derivados apunta a agravar la presente crisis de la economía dominicana y las finanzas públicas, mientras algunas autoridades monetarias y gubernamentales no cesan de publicar falsas informaciones sobre el crecimiento del producto bruto interno -PBI- y el equilibrio de las cuentas internas y externas y representaciones de instituciones internacionales de crédito no dejan de presionar a la cámaras congresionales para que aprueben un presupuesto recesivo con preferencia de paga de la deuda externa.

Al 31 de diciembre de 2005, el valor importado de los productos petroleros cerró con la astronómica cifra de 2 mil 415 millones de dólares, equivalente a un incremento de 47,0%, con respecto a 2004, que contribuyó sin lugar a dudas a ensanchar la tronera de la balanza comercial y, en consecuencia, a estampar un déficit en las cuentas corrientes de balanza de pagos.

Este hoyo en las transacciones comerciales exteriores se ha profundizado, para colmo de males, en el último mes transcurrido, toda vez que los precios de los principales tipos de crudo de referencia internacional han trepado a saltos, en procura de rebasar la barrera de 70 dólares por barril. Por ejemplo: el WTI americano ha aumentado 9,3% a US$66,74, el Brent del mar del Norte 9,2% a US$63,73, el NYME oil 16,2% a US$65,90 y la canasta de la OPEP 15,4% a US$60,51; en tanto que los comprados por nuestro país han galopado velozmente detrás a altas cotas: la cesta venezolana 11,1% a US$53,98 y la mezcla mexicana 13,2% a US$51,49.

Esta escalada de cotizaciones de los hidrocarburos se pretende explicar tanto por factores coyunturales como por razones estructurales tendenciales, sin prestar relación alguna a la íntima relación de efecto-causa. Entre los primeros sobresalen la mengua de producción y caída de exportación de petróleo o gas natural acreditadas a la probable guerra entre Estados Unidos e Irán a raíz del reinicio del programa de fabricación de energía y armas nucleares de este último país en Isfahan, la acentuación de conflictos en Irak, Sudán y Venezuela, las acciones de secuestro de extranjeros y asaltos de oficinas petroleras por parte de bandas armadas en Nigeria, las suspensiones de suministro de gas de Rusia a Europa Occidental a través de Ucrania, las amenazas de Al Qaeda de llevar cabo actos terroristas contra países norteamericanos y europeos, las pérdidas estimadas en 28 millardos -mil millones- de dólares ocasionadas por Katrina y otros ciclones en el Golfo de México y la multiplicación de operaciones especulativas de futuros de petróleo realizadas por más de 7 mil fondos compensatorios valuados en cerca de un billón -un millón de millón- de dólares.

Y entre los segundos se destacan la inclinación imparable de costes y beneficios, en conexión con el agotamiento irreversible de las reservas petrolíferas y el descalce marginal entre producción y demanda de petróleo y derivados. La suba de los costos de producción responde simultáneamente a la duplicación del precio de perforación de un pie de profundidad de US$93,0 a US$204,0 y de contratación de plataformas de aguas profundas de US$200,000 a US$400,000 por día, escasez de personal calificado y de equipos de ingeniería, y las constantes alzas mercantiles de los insumos, máquinas y extracción, tanto más la explotación tenga lugar en territorios remotos, hostiles o arenosos. Se calcula que de 2006 a 2010, el coste productivo del barril ascenderá en promedio de US$22,0 a US$36,0 y en términos marginales, última unidad producida con costo igual ingreso, de US$30,0 a US$60,0.

En el mercado petrolero mundial, los costos, precios y consumo suben a largo plazo, pero las reservas probadas, las cantidades producidas y las inversiones de capital tienden a bajar. Por caso, desde 1976 no se construye una refinería de petróleo en el Sur de Estados Unidos. Además, cada año se observa poco más o menos un descenso de 5,0% del volumen de los pozos de petróleo convencional, al mismo tiempo que asciende 2,6% el consumo, cuya suma arroja una brecha de 7,6% que no puede cubrirse, en modo alguno, con descubrimiento de nuevos bolsones petrolíferos. Al momento en que un yacimiento arriba al punto máximo de la curva de explotación, igual al 50,0% de susbstracción de reservas, y, por consiguiente, empieza el declive de dicha curva hasta el agotamiento final, se llama la «Campana de Hubbert». En efecto, los tres principales campos petroleros mundiales ya bajaron en el pasado reciente sus niveles de producción, en millones de barriles diarios: Ghawar, en Arabia Saudita, de 5,0 a 4,5, Cantarell, en México, de 2,1 a 2,0, y Bergun, en Kuwait, de 2,0 a 1,7.

A la fecha, las reservas mundiales de petróleo convencional regular tabulan 1,147,700 millones -un billón 147 mil 700 millones de barriles-, los cuales consumidos a una marcha de 30 mil 660 millones anuales aportarían energía tan sólo por menos de 38 años. Esta dinámica, en sentido contrario, en términos tendenciales, entre decreciente oferta de producción y creciente demanda de consumación constituye la base del disparo hacia arriba de las flechas de los precios de los combustibles petroleros con impactos ineludibles en las actividades económicas, la distribución de la renta y el sistema ambiental.

En el caso concreto de República Dominicana, el vuelo alcista de los precios del crudo y derivados ha recompuesto la estructura de precios relativos y generado una serie de efectos en el desempeño económico y el presupuesto gubernamental. La repercusión de dicha subida de los carburantes se puede constatar claramente en los costos y tarifas de los transportes privado y público y de energía eléctrica consumida por hogares y negocios. El empinamiento vertical de los precios de los combustibles se confirma con las fijaciones arbitrarias de valores finales por galón de US$3,77 a la gasolina premium, US$3,44 a la gasolina regular, US$2,51 al gasoil regular y US$1,90 al gas licuado del petróleo -GLP-, a causa de los lucrativos beneficios devengados por las empresas transnacionales y los abusivos impuestos percibidos por el gobierno central.

Las altas tasas de rerentabilidad derivan de los excesivos diferenciales entre precios de paridad de importación y precios spot, equivalentes a 17,6% en la gasolina premium y 34,4% en el GLP el 21 de enero de 2006, en tanto que las cuantiosas recaudaciones tributarias provienen del nominado diferencial petrolero, tal y como ocurrió en 2005 con el amasamiento de la escandalosa suma de casi 14 mil 300 millones de pesos -igual a un brinco de 29,4% en comparación con el año anterior- a pesar de que en dicho año 2005 la tasa de cambio se mantuvo entre 30,0 y 34,0 pesos por un dólar, la tasa de inflación computó 7,44% y los volúmenes consumidos de gasolina y gasoil bajaron más de 20,0% y menos de 6,0%.

En cuanto al rebote del precio del crudo en el costo de la electricidad, merece relevar que la tarifa correspondiente al estrato de consumo de más de 701 kilovatios hora al mes se encaramó a US$0,2463 por kilovatio hora a fines 2005, con cargo pendiente de resubir a US$0,3314 en el transcurso de 2006, de acuerdo a los inflados costos totales de las generadoras, las inflamadas pérdidas de las distribuidoras y las bruscas variaciones verificadas en los precios internacionales de los carburantes, sin contar en este año con el subsidio gubernamental al consumo ascendente a 42,92 millones de dólares mensuales.

En tal sentido, cabe realizar esta serie des preguntas, si el barril del crudo se dispara a US$80,0 o US$100,0 o US$160,0, como presagian sucesivamente Morgan Stanley, Pdvsa y el Instituto de Economía Alemán, en caso de conflicto bélico entre USA e Irán: Podrá mantenerse en pie el servicio de energía eléctrico, aún cuando se recurra al crédito del 50,0% de la factura petrolera venezolana, según el convenio Petrocaribe? A cuánto se elevaría la vigente deuda en default de más de 500 millones de dólares contraída por el gobierno central con las corporaciones eléctricas? Cuántas horas adicionales de apagones habría que soportar a las sufridas diariamente entre 10 y 19 horas? Cuáles serían las consecuencias en los sectores productivos, los servicios públicos y la seguridad pública y nacional?

En el gobieno de Fernández, es evidente que la inclinación de las cotizaciones de los hidrocarburos ha empeorado los niveles nacionales de consumo e ingreso, aunque el coro neoliberal chille lo contrario en los medios de comunicación. En el primer caso, el efecto sustitución ha consistido en el reemplazo de la baja de una quinta parte de la cantidad consumida de gasolina por la suba de una sexta parte de la cuantía usada de GLP y, también, el relevo de este combustible petrolero por carbón vegetal, con perjuicios nefastos a la foresta isleña.

Mientras que en el segundo, el efecto renta ha significado poda real de capacidad de inversión de empresas nativas y de consumación de familias criollas, ante las realzas respectivas de precios, por un lado, de los bienes de capital y productos intermedios, y, por el otro, de bienes salario y servicios colectivos como el transporte. En otras palabras, el incremento de los costes y precios energéticos empujan innumerables negocios al punto de quiebra, a la vez que amontonan muchos hogares debajo de la línea de pobreza.

Ante este escenario de crisis, no de recuperación -admitido hasta por el propio presidente nacional cuando confesó que había llamado al presidente Chávez: «para pedirle que comience a aplicar el acuerdo de Petrocaribe…(por)que el agua le está llegando al cuello con el aumento del barril de petróleo» (12/08/05, p.11)- no hay otra alternativa que desarrollar programas y/o políticas de ahorro de combustibles, eficiencia energética, combinación de reestatalización y reprivatización de empresas energéticas y eléctricas y reconversión de la industria y agricultura, basada en la producción, exportación y consumación interna de energías renovables.

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