Un mar de basuras y aguas negras en la cañada de Guajimía, en Santo Domingo Oeste, un atentado a la salud humana y al ambiente.
Cuando la Capital desbordaba los límites con un crecimiento explosivo, sin normas ni controles, parecía que la división territorial y descentralización traerían orden y racionalidad al espacio urbano. No ha sido así.
En los nuevos municipios de la provincia de Santo Domingo, delimitados al norte, este y oeste, no cesa la caótica expansión sin planificación ni fronteras. Sin un dique interpuesto por los cabildos, gobernados por alcaldes incapaces de propiciar sanidad ambiental a más de dos millones de habitantes, muchos radicados en zonas rurales de muy precaria higiene.
Vertederos. Las situación se agrava con masivos vertederos en Santo Domingo Norte (SDN) y Santo Domingo Este (SDE), entre otros localizados en la mancomunidad del Gran Santo Domingo (GSD), como los que diseminan vectores en Haina y Boca Chica.