QUITO (AFP) – La cumbre entre los mandos militares de Colombia y Ecuador arrojó escasos resultados y evidenció que los dos países están lejos de un consenso en torno al conflicto colombiano, pues Bogotá rechaza que Quito sea neutral y exige colaboración en la «lucha contra el terrorismo».
«Era de esperar que ese encuentro no arrojara mayores resultados, ya que ambos gobiernos tienen conceptos diametralmente opuestos sobre la problemática colombiana», dijo este viernes a la AFP el analista Hernán Reyes, de la Universidad Andina en Quito.
En medio de un contrapunteo por la seguridad en la frontera, los jefes castrenses se reunieron el jueves en la ciudad ecuatoriana de Tulcán y descartaron crear una fuerza conjunta contra la guerrilla de las FARC, que hace una semana mató a 22 militares colombianos en la zona limítrofe.
Los máximos jefes castrenses de Ecuador, vicealmirante Manuel Zapater, y de Colombia, general Carlos Ospina, sólo se comprometieron a incrementar el intercambio de información para mejorar los controles fronterizos.
El analista militar César Durán señaló este viernes que la propuesta de realizar operaciones conjuntas, planteada por sectores políticos colombianos, era improcedente porque los dos países carecen de objetivos comunes.
«Las operaciones conjuntas solamente se dan cuando existe un objetivo común. En este caso, los objetivos son separados», indicó Durán, ex jefe del comando conjunto de las Fuerzas Armadas ecuatorianas.
Durán consideró que «la estrategia de Colombia para controlar a las fuerzas irregulares tiene que cambiar profundamente, porque al momento no existe un viso de que pueda conseguirlo a corto plazo».
«El problema colombiano no se va a resolver de hoy a mañana. Va a demorar muchos años para que pueda ser solucionado, porque es un problema que abarca a varios millones de personas», anotó.
«Dentro de este tema los escenarios cambiarán a medida que pase el tiempo, y en este momento no se puede predecir cuál va a ser la actitud de Ecuador en unos pocos años más», precisó.
Ni bien terminó la cumbre, las divergencias entre Quito y Bogotá se acentuaron aún más, pues la Cancillería de Colombia expidió el jueves un comunicado en el que rechazó la neutralidad frente al conflicto expresada por el canciller ecuatoriano, Antonio Parra, quien sostuvo que el país vecino vive una «guerra civil».
Para el gobierno colombiano, que define el conflicto como un «desafío terrorista», dicha neutralidad supone equipararlo con los grupos armados ilegales que, enfatizó, se nutren del narcotráfico.
Esa declaración fue reforzada este viernes por el presidente colombiano, Alvaro Uribe, quien sostuvo que «no puede haber neutralidad para mirar el ataque terrorista frente al Estado democrático», y demandó nuevamente la ayuda de Ecuador para combatir a los rebeldes.
Aseguró, sin embargo, que en las conversaciones que ha sostenido con su homólogo ecuatoriano, Alfredo Palacio, no le ha escuchado hablar de neutralidad.
Palacio, quien cumple los 20 meses de gobierno que le restaban al depuesto Lucio Gutiérrez, afirmó el jueves que «trataremos de mantener la paz dentro de la República (de Ecuador) y jamás (vamos a) comprometernos en ningún proceso bélico, de nadie, aún de nuestros hermanos».
El analista Reyes hizo notar que, a las visiones opuestas sobre el conflicto, se suma el hecho de que los gobiernos de Uribe y Palacio tienen intereses políticos diferentes.
«El gobierno de Palacio es transitorio, está más preocupado por su propia supervivencia, mientras que Uribe está empeñado en sacar adelante su reelección», comentó.