Con la economía global en recesión se necesita un líder de la talla de Franklin Delano Roosevelt. En plena depresión, enero de 1933, llego a la Casa Blanca con el discurso: a lo «único que debemos temer es al propio miedo».
Explicaba por radio los progresos y los obstáculos en la lucha contra la depresión. Mostraba empatía hacia los obreros desempleados de las fabricas y trabajadores del campo expulsados sus tierras. Puso la economía estadounidense en el carril de la recuperación con dos medidas: las políticas keynesianas del New Deal y atenuó la política arancelaria-proteccionista del Republicano Herbert Hoover (1929-1933), quien había promulgado la Ley Hawley- Smoot, el nombre de los dos senadores que la promovieron, y que impuso fuertes aranceles a más de 20.000 productos industriales y agrícolas, dando origen a la guerra comercial.
Canadá reacciono, aumentó su tarifa en un 30%, imitada por todos los países europeos, desplomándose el comercio mundial en un 66% entre 1929 y 1934. El resultado final fue la Gran Depresión, con miles de empresas en la ruina y el PIB estadounidense desplomándose de US$1.06 billones en 1929 a US$0.78 billones en 1933, con desempleo multiplicado. En 1942 fue cuando se alcanzo el PIB de 1929.
Para que el mundo pueda salir rápido de esta crisis sanitaria y económica, se necesita un líder con ideas progresistas, que asimile y no intente repetir los errores de Hoover en los treinta. Desde antes de la pandemia, el pronóstico de Organismos Internacionales y economistas era que el proteccionismo de Trump conduciría a la economía estadounidense y mundial a una recesión en el mediano plazo. Se adelanto por el coronavirus. El viernes el Departamento de Comercio de EEUU publico números que meten miedo. La economía decreció 4.8% en el primer trimestre, con 40 millones de desempleados, proyectando una contracción del PIB comparable con el peor año de la Gran Depresión.
No se tiene registro de una crisis sanitaria y económica global más global que la actual. Para gestionarla se necesita un estadista, un líder que perciba la crisis como global y no local como lo hace Trump, que aporte y gestione fondos para soluciones globales.
Si Keynes estuviera entre nosotros reclamara, como en las reuniones para los acuerdos de Bretton Woods en 1944, la urgencia de ese líder global que con políticas correctas promocione la producción y el empleo, que no intente empobrecer al vecino para aumentar la riqueza del suyo.
Un estudio del Center for American Progress publicado a final de 2019, sostiene que la administración de Trump carece de prioridades en política exterior. Una encuesta reciente lo descarta como el líder que necesita EEUU y el mundo, reporta que por mala gestión de la crisis sanitaria está severamente debilitado, solo el 38% de los estadounidenses le tiene confianza.
Si además de estas consideraciones negativas se toma en cuenta que su proteccionismo tiene como precedente a Hoover, alta es la probabilidad de que pierda las elecciones en noviembre, cuando la economía estará en plena recesión, con tasa de desempleo histórica, con la relevante realidad de que entre los más golpeados se encuentran los doce «swing states», llamados así porque cambian de candidato. Son determinantes en el Colegio Electoral.