Se buscan líderes

Se buscan líderes

ROSARIO ESPINAL
Después de concluir las elecciones de mayo 2006, comenzó la búsqueda de candidatos que conduzcan las naves partidarias hacia el 2008. Los perdedores han convocado sus organismos directivos y han realizado reuniones con presidenciables. En el PRD hubo conflicto inmediato y en el reformismo no se ha gestado un dinamismo importante.

Hace varias semanas, el PRSC publicó una foto con todos sus aspirantes y directivos colgados de la mano. Unidad fue el mensaje, pero la solidaridad ha tenido el grosor del papel en que apareció la foto. El PRD, por su parte, pretendió avanzar a velocidad meteórica en la selección del candidato, pero encontró un grupo de dirigentes inconformes que, para no ser llamados disidentes, crearon la corriente unitaria.

Ambos partidos, sumidos en resacas post-electorales, parecen ignorar la complejidad de forjar liderazgos políticos (no simplemente escoger candidatos), en momentos que sus organizaciones carecen de contenido ideológico y de figuras con suficiente legitimidad política para aglutinar amplios segmentos sociales, no sólo votos leales partidarios. En el Partido Reformista predomina una debilidad de liderazgo; en el PRD un exceso de ineficaz liderazgo.

Mientras tanto, el PLD hace malabares para dilatar los conflictos públicos por ambiciones presidenciales. Los niveles actuales de popularidad del Presidente le dan primacía política a él y su partido, pero encubren las deficiencias partidarias para forjar un sólido liderazgo político. Se presenta, además, un escenario muy desigual para los aspirantes. Casi todos evitan hablar en público de la reelección, y pueden darse el lujo de dilatar la decisión hasta tanto se defina la oposición, pero ya salen al escenario político muchos adulones con cánticos reeleccionistas que contravienen las reglas más elementales que dicta el sentido común político.

Ante este panorama incierto de las candidaturas presidenciales, el tema estará en cartelera política este próximo año. Por lo cual, es propicia la ocasión para reflexionar sobre la formación de liderazgos políticos, fenómeno complejo que expresa las experiencias, proyectos y utopías de una sociedad. El siglo XX mostró dos grandes momentos de crisis social que dieron pie a importantes transformaciones en los liderazgos políticos.

El primero se ubica en los años 1920 y coincide con el fin del imperio europeo, la irrupción de las masas en la política y los grandes flujos migratorios que reorganizaron la división internacional del trabajo y divulgaron las corrientes ideológicas que se debatían en Europa: el marxismo en sus vertientes comunista y socialdemócrata, y el fascismo.

La crisis de los años 20 llevó a una reestructuración de liderazgos políticos con el Estado como articulador de un nuevo bienestar social. El proceso asumió una diversidad de regímenes políticos, que incluyó: el Estado de Bienestar en los países del capitalismo avanzado, el fascismo en el capitalismo retardado, el centralismo comunista, el populismo autoritario en la semi-periferia capitalista, y los caudillos militares en países económicamente muy rezagados como República Dominicana.

El segundo momento se ubica en los años 1960 y coincide con la irrupción de los países del tercer mundo en la escena internacional, la emergencia de minorías raciales en los países capitalistas desarrollados, y la contra-cultura ante el consumismo y las extravagancias de la post-segunda guerra mundial. En los países capitalistas desarrollados se amplió la democracia liberal, no así en otras partes del mundo.

En su dimensión desarrollista, el Estado asumió junto al empresariado un papel importante en el crecimiento económico. Pero la presencia de las masas en el escenario político, obligó a que la reestructuración económica tomara también en cuenta a los sectores populares. En los países capitalistas desarrollados, los gobiernos ampliaron la cobertura de los programas sociales, mientras que, en la periferia capitalista, surgieron regímenes autoritarios para contener las demandas populares. En este período se escenificó en el plano internacional la lucha más ácida entre el capitalismo y el comunismo, y la política doméstica de muchos países se articuló en función de esa bipolaridad política.

Actualmente, el problema que enfrentan los países como República Dominicana para la refundación de los liderazgos políticos es que, ante el fracaso para generar y distribuir riqueza del Estado dictatorial (trujillista), del Estado desarrollista (balaguerista), y, en años recientes, del mercado neoliberal, quedan insatisfechas las expectativas de mejoría de amplios segmentos sociales.

En las últimas tres décadas, el fracaso de los gobiernos electos para impulsar políticas públicas que generen cambios sociales positivos ha producido una constante pérdida de popularidad política. Prevalece una precaria y volátil legitimidad que los gobiernos intentan moderar con clientelismo y corrupción para mantener adeptos, pero a sabiendas de que pagan un alto costo político por el disgusto que generan esas prácticas en la mayoría de la población que queda excluida de los repartos arbitrarios.

En este fogón político lleno de descrédito tienen ahora los partidos dominicanos que escoger candidatos que conduzcan sus naves hacia el 2008.

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