El cuadro sanitario del país tiende a complicarse, en momentos en que los factores climatológicos hacen más difícil la prevención y control de enfermedades. Al ataque de influenza AH1N1, que lleva un conteo creciente de casos detectados y que ya mató al menos una persona, se suman ahora las razonables preocupaciones por el auge del dengue, que este año ha provocado ocho muertes a nivel nacional. Sumemos a esto la malaria, que ha vuelto a resurgir, y la leptospirosis, que hace relativamente poco, a raíz de sucesivas perturbaciones atmosféricas, también ocasionó muertes y que es una amenaza permanente.
El dengue es una de nuestras enfermedades endémicas que se presenta con síntomas parecidos a los de la influenza. Con la malaria forma un dúo de patologías que son transmitidas por dos especies de mosquitos. Con las lluvias en auge por la llegada de la temporada ciclónica, las autoridades van a tener que multiplicar sus esfuerzos para tratar de tomar control de la situación sanitaria. La complicación mayor en cuanto a la influenza AH1N1 podría presentarse si las condiciones del tiempo generan precipitaciones abundantes, desbordamientos de ríos, arroyos y cañadas, inundaciones, evacuaciones, hacinamiento de refugiados y otras situaciones asociados. Las circunstancias aconsejan que las autoridades sanitarias se mantengan en alerta máxima.
Desfases entre palabra y hecho
El problema mayor de nuestro Estado es que la palabra y los hechos no guardan correspondencia. Esa es la principal causa por la que, aún teniendo los instrumentos teóricos para regular un comportamiento social cualquiera, la práctica no es una consecuencia apegada a teoría. Así, tenemos instrumentos jurídicos de protección infantil, pero son letra muerta y la práctica abusiva contra los menores se sigue ejerciendo por medio de explotación laboral o, peor aún, vía prostitución.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) se queda corta cuando nos recrimina por rezago en la protección de la infancia. El trabajo y la mendicidad infantil son formas de abuso social que se pasa por alto permanentemente en esta sociedad. La prostitución infantil también lo es, y es una práctica a la vista de las autoridades. En estos menesteres hay que establecer un vínculo de correspondencia indisoluble entre la teoría y la práctica.