POR GERMAN MARTE
Las condiciones en que viven Primitiva Fortunato y sus cinco muchachos en La Ciénaga, es la mejor prueba de que en verdad la necesidad tiene cara de hereje.
Ella vive en la calle La Marina número 120, parte atrás, en una barranca donde ya se han producido tres deslizamientos de tierra que han costado la vida a dos de sus vecinos. El más reciente fue a finales de octubre, cuando la tormenta Noel. Ese día la desgracia sorprendió a los hermanos Ronny y Johnny Rodríguez, quienes quedaron sepultados en la pequeña habitación donde dormían.
En esa ocasión la casa de Primitiva quedó semidestruida. Sus hijos y ella salvaron milagrosamente. Pero desde Noel su vida no ha vuelto a ser la misma.
Ahora vive pendiente de una ayuda que nunca llega. Tras el paso de Noel, las autoridades prometieron que reubicarían a Primitiva y a otras familias a un lugar seguro.
Me dijeron que no me podían ayudar a repararla, por miedo a esa tercera, mira, que no tiene columnas y está muy pegada de la barranca y temen que se derrumbe con todo y nos caiga encima. Cuando está lloviendo uno está asustado.
A más de dos meses las promesas no se han cumplido, y Primitiva como otras familias que viven en la zona del desastre siguen expuestas al mismo peligro en que han vivido durante años.
Por eso esta mujer de tez morena y menos edad que la que aparenta, tiene el miedo dibujado en la cara, y con toda razón, porque sabe que la muerte la vive acechando día y noche. Está preocupada porque dicen que a las tres son las vencidas y a ella y su familia ya la muerte le ha picado bien cerca en tres ocasiones.
Su única esperanza es que las autoridades del Consejo Nacional de Asuntos Urbanos (Conau) o cualquier otra dependencia del gobierno acudan en su ayuda antes de que ocurra una tragedia.
El caso de Primitiva y de muchas otras familias que residen a orilla del río también demuestra que esa gente le importa poco a quienes dirigen el país, excepto en tiempo de elecciones, si es que antes de los comicios un derrumbe no la entierra con todo y su documento de identidad y electoral. Ella ruega cada noche porque antes de que ocurra lo peor, alguien en el gobierno los tome en cuenta.
SOLO PROMESAS HALLARAS
Tras el paso de la tormenta Noel los esfuerzos de las autoridades se concentraron en el interior del país, donde la destrucción fue mayor. A La Ciénaga sólo llegaron las promesas. Y el olvido.
La ayuda oficial se limitó a unas cuantas hojas de cinc que llevaron brigadistas del Ayuntamiento, nada más.
A los primeros días vinieron a decirnos que iban a reubicarnos, pero no han vuelto. Nada más nos prometieron, dice Francisca Domínguez Rodríguez, del ensanche La Pipiota quien aún sigue refugiada en casa de una hija, porque la suya quedó inhabitable.
Tanto Francisca como sus vecinos Rosanny Féliz, Yoiset Rodríguez, Rafael Nova, Josefina y Dominga Cuevas, urgieron a las autoridades que las saquen del lugar antes de que el río bañe de luto el lugar.
Que nos ubiquen en otro lugar que no sea aquí, porque si el río sube de nuevo nos podemos joder, expresó Nova.
Mientras, su vecina Dominga dijo que si nos van a dar algo, nos den, porque ya uno está harto de tantas promesas.
Como ellos, muchas otras familias del empobrecido sector siguen esperando que las autoridades pasen del dicho al hecho.