¿Se deben seguir los consejos?

¿Se deben seguir los consejos?

EFE. Reportajes. Las recomendaciones cumplen un papel positivo en las relaciones humanas. Pueden ser una expresión de apoyo y comprensión de una persona hacia otra, o una demostración de interés en ocuparse de ella y su vida. El que las sigamos o no depende de numerosos factores, ¡incluidos nuestros genes!

“Consejitos vendo, aunque para mí no tengo”, afirma con ironía pero indudable sabiduría el dicho popular, en referencia a la contradictoria y, a menudo molesta, actitud de aquellos que siempre están dispuestos a arreglar las vidas ajenas pero no aciertan a llevar por buen camino su propia existencia, o que acostumbran a hacer lo opuesto a lo que predican.

Al margen de quien lo efectúe y de lo acertado de su contenido, el primer requisito para que todo consejo sea bien recibido y atendido, es  que haya sido solicitado. La mente ha sido comparada como una casa: nadie quiere recibir a quien no ha invitado, en este caso, un consejo no pedido.

En la predisposición a recibir y acatar los consejos que nos hacen los demás, ya sean pedidos o no, intervienen numerosos factores psicológicos y emocionales, desde nuestra  afinidad con el consejero y su forma de pensar, hasta la experiencia que tiene en determinada área, o su coherencia entre lo que dice y hace.

Pero lo que hasta ahora se ignoraba, y acaba de revelar una reciente investigación científica, es que la presencia de algunas variaciones genéticas específicas en algunas personas pueden predecir la determinación con la seguirán los consejos que reciban, aún cuando éstos contradigan su propia experiencia.

Lo ha descubierto un equipo de investigadores de la Universidad Brown de Providence, (EE.UU), que han analizado las interacciones entre dos regiones cerebrales con diferentes formas de asumir cómo la información que les llega influencia el pensamiento.

Analizaron la interacción entre el cortex prefrontal (PFC),  que considera y almacena las instrucciones de fuera, como por ejemplo los consejos de otras personas, y el ‘striatum’, situado en una parte más profunda del cerebro, y que es el área donde las personas procesan las experiencias para aprender qué hacer en base a ellas. En este experimento se estudió a personas con y sin variaciones genéticas que afectan la actividad de una serie de neurotransmisores en el PFC y en el ‘striatum’.

Para su experimento, los investigadores convocaron a más de 70 personas que cedieron muestras de saliva para estudiar su ADN y después realizaron labores de aprendizaje mediante un ordenador, consistentes en observar una serie de símbolos en una pantalla y elegir cual era el “correcto”.

Los participantes pudieron aprender a lo largo de varios ensayos cuál de los símbolos tenía más probabilidades de ser correcto. También recibían consejos sobre la respuesta que tenía más posibilidades de ser correcta, aunque a veces, este consejo era erróneo.

Se comprobó que las personas con ciertas variantes genéticas del gen DARPP-32 eran más susceptibles a las instrucciones que recibían y seguían los consejos equivocados durante más tiempo. En una prueba posterior, se mostraban más propensos a elegir los símbolos recomendados como correctos sobre aquellos que, en realidad, tenían más posibilidades de serlo.

Dependencia. La psicóloga Eva Gómez López señala que   “si una otra persona acepta sistemáticamente los consejos que no pide, se establece una relación de dependencia entre el aconsejador y el aconsejado”.

“El primero consigue influir en la existencia de otra persona, mientras que el segundo se coloca en una posición de debilidad de la que obtiene algún placer o beneficio psicológico, como no asumir responsabilidades ni riesgos, echar la culpa a otro si las cosas salen mal, y ponerse en papel de víctima”, dice Gómez López.

Sugerencias

Según la psicóloga Eva Gómez López, “pedir consejos puede tornarse negativo o incluso patológico, cuando es un comportamiento sistemático, de modo que la persona no toma nunca una decisión propia si antes no se ha asesorado, encubriendo y realimentando sus sentimientos de inseguridad, dependencia emocional y falta de autoestima”.

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