Se desploma reputación de Bonds

Se desploma reputación de Bonds

POR GENE WOJCIECHOWSKI
De ESPN.com
PHOENIX .-
A fin de cuentas, hay sólo una pregunta que debe ser respondida: 
¿Le crees a Barry Bonds o al libro?
Si le crees a Bonds, entonces crees que el tercer jugador con más cuadrangulares en la historia de las Grandes Ligas es una víctima de una conspiración por parte de los medios de comunicación diseñado para culparlo por el uso de sustancias que mejoran el rendimiento.

Bonds recibió otro fuerte golpe a su imagen. Si le creen a los extractos del libro “Game of Shadows”, entonces crees que los números que Bonds registró entre 1998 y el 2004 (se ausentó los últimos dos años por lesión) son un fraude.

Yo le creo al libro. Creo que Bonds es _o era- un grotesco ejemplo de un mejor jugador de béisbol debido a la química. Y creo que debería retirarse, tal como lo hicieron Mark McGwire, Sammy Sosa y Rafael Palmeiro, tras un exilio algo forzado.

Bonds está terminado.

Podría jugar nuevamente, pero la única forma en que entrará a Cooperstown será si compra la entrada de 14,50 dólares.

Winstrol. Deca-Durabolin. Insulina. Testosterona decanota. Hormonas humanas. Norboletona. Trenbolona. Clomidia. Estas son las sustancias y esteroides que alegan que Bonds consumió o ingirió. Estas son las medicinas de un tramposo.

Clomidia se les da a las mujeres para infertilidad. Trenbolona agranda los músculos. Deca-Durabolin es una medicación utilizada para fallas hepáticas. Y sin embargo, según dijeron los autores del libro “Game of Shadows” Mark Fainaru-Wada y Lance Williams, Bonds las utilizó regularmente sin ningún tipo de arrepentimiento.

Bonds siempre ha sido el rey del drama. Era insufrible cuando estaba en la escuela secundaria, insufrible en la Universidad de Arizona State e insufrible ahora. Pero sus estadísticas no llegaron por su personalidad. Ámalo u ódialo, pero simplemente no puedes negar su talento. Llegó a las Grandes Ligas como niño prodigio. Las dejará con un asterisco al costado de su uniforme de los Gigantes de San Francisco.

Es imposible leer el trabajo de los dos periodistas del San Francisco Chronicle y no al menos preguntarse si Bonds sabía lo que estaba haciendo. De lo contrario eres muy ingenuo o miembro de la familia Bonds.

Cuando le preguntaron el martes durante un entrenamiento de los Gigantes si sabía algo acerca del contenido del libro “Game of Shadows”, Bonds le dijo a los periodistas, “No. Ni siquiera lo miraré. ¿Para qué? No hay necesidad de mirarlo”.

Calculo que las autoridades si lo mirarán. También lo hará la DGI. Al igual que el abogado de divorcio de su ex mujer. Ni hablar del comisionado del béisbol Bud Selig a pesar de que estuvo convenientemente en Milwaukee el martes en lugar de estar en Phoenix donde debutó el equipo de los Estados Unidos. Un vocero de MLB dijo que Selig no había leído el libro y que daría declaraciones al respecto.

Aunque pensándolo bien, ¿Qué puede hacer Selig más allá de secretamente apoyar el libro de Fainaru-Wada y Williams? De tantas maneras, los dueños y la Unión de Jugadores comparten la culpa por crear esta situación. Durante años no sabían que hacer a la hora de tratar con el problema de los esteroides.

Cuando se enfrentó con la posibilidad de ser honesto al deporte, o convertirse en lo que en un momento odió, Bonds, al parecer, eligió jonrones por sobre la ética. Pero a pesar de que sus números han subido exponencialmente y mientras la inmortalidad parecía cada vez más cerca para Bonds, siempre habrá dudas acerca de los logros de Bonds. No parecerán naturales.

Bonds tiene a sus defensores, muchos de ellos, incluyendo Derek Lee, el primera base de los Cachorros de Chicago seleccionado al Juego de las Estrellas que es todo lo que Bonds no es: un jugador que se maneja con gracia y dignidad. Lee no había escuchado del libro hasta que le preguntaron al respecto tras la victoria de los Estados Unidos por 2-0 sobre México.

“¿Cuál es la historia?”, preguntó. “No conozco la historia”.

Se le explicó: acusaciones detalladas acerca del uso de sustancias prohibidas por parte de Bonds.

Lee le restó importancia a las recientes acusaciones. No fue una historia, dijo. Bonds nunca fue atrapado utilizando esteroides, déjenlo en paz.

“La gente ha estado acusándolo desde siempre”, dijo Lee.

Lee le cree a Bonds. Yo no, y nunca lo haré. No creo en las coincidencias, o en transformaciones físicas repentinas. No creo en los números del 2001.

La tragedia de todo esto es que Bonds no necesitaba la supuesta ayuda química. Su legado estaba asegurado. Su placa del Salón de la Fama estaba hecha. No importaba que sea tan malo con la prensa porque sus estadísticas eran imponentes. Ya no lo son.

En años recientes, la percepción era la realidad cuando se trataba de Bonds y el uso de esteroides.

Pero con este último extracto de libro, sumado a su testimonio ante el jurado, me convencieron que la realidad es la realidad cuando se trata de Bonds.

El jueves por la tarde, menos de una hora antes del partido de los Estados Unidos, a Alex Rodríguez le preguntaron acerca de la muerte del miembro del Salón de la Fama Kirby Puckett, quien falleció el jueves por la mañana tras sufrir un derrame cerebral.

“Uno de los días más tristes del béisbol para mi”, dijo A-Rod. Me sentí de la misma manera el martes. Esta vez fue por la muerte de una reputación.

Barry Bonds, que en paz descanses. 

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