Se enrolaron para estudiar y ahora están en Irak

Se enrolaron para estudiar y ahora están en Irak

Por Thibauld Malterre
BAGDAD, Jul 18 (AFP) – Tienen edades entre 20 y 25 años, se enrolaron antes de ser mayores en la Guardia Nacional en Louisiana para poder pagarse los estudios, pero no habían previsto encontrarse durante un año en la guerra en Irak.

   «Como casi todos aquí, entré en la Guardia Nacional para poder ir gratuitamente a la universidad durante cinco años», explica el sargento Scott Ewing, presente en Irak desde noviembre de 2004.

   «No ingresamos al ejército pues queríamos quedarnos en Louisiana y tener la posibilidad de tener un trabajo civil y estudiar al mismo tiempo», agrega el sargento Gabriel Vigo.

   A partir de los 17 años, los estadounidenses pueden enrolarse en la Guardia Nacional por un periodo mínimo de seis años de servicio activo, durante el cual deben entrenarse un fin de semana por mes y dos semanas en verano.

   Luego, si no renuevan su contrato, pasan a ser reservistas durante dos años.

   Hace poco más de un año, cuando se desempeñaban en trabajos tan variados como policía y diskjockeys, recibieron la noticia que su unidad era enviada a Irak.

   Para esos hombres, muchos de ellos casados, la noticia cambió radicalmente sus vidas.

   «Tres días después del nacimiento de mi primera hija, partía a Irak. Por lo menos la vi nacer», se consuela un soldado.

   «Estaba en un bar cuando me llamaron y creí primero que se trataba de una broma, luego me emborraché», relata otro que habla con el acento típico del sur de Estados Unidos y que pone en aprietos a los traductores iraquíes.

   Borrachera que no ha podido repetir en Irak, pues el consumo de alcohol está estrictamente prohibido en la bases norteamericanas.

   Despúes de 9 meses de presencia se encuentran desplegados en el sector de Amariyah, cerca del aeropuerto de Bagdad, particularmente hostil a las tropas norteamericanas.

   «Los habitantes de Amariyah eran protegidos de Saddam Hussein y por eso desean que vuelva él o alguien que se le parezca», estima el sargento Michel Arnett.

   Su permanencia en Irak, precedida de un entrenamiento intensivo de seis meses en Texas o en el desierto de California, debe aún durar tres meses. Suficiente para quitarle el entusiamo a más de un voluntario, que se promete no prolongar el contrato, para no correr el riesgo de volver un día al «infierno» como llaman a Irak.

   El dinero no constituye en absoluto una motivación suficiente.

   «En tanto sargento, gano 2.500 dólares por mes aquí. Es menos que lo que ganan algunos de KBR (Halliburton, la sociedad que proporciona equipos y personal en Irak), se lamenta el sargento Vigo.

   Por el contrario, hay otros que esperan utilizar su experiencia iraquí para cuando vuelvan a la vida civil, pues consideran que ésta provoca buen efecto como antecedente para encontrar un trabajo.

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