El bloque opositor que abandonó el diálogo con miras a las leyes electorales, con la finalidad de presionar a “consensuar” los miembros de la JCE, TSE y Cámara de Cuentas en ese escenario, cuando se reunieron por vez primera con los miembros de la JCE les sometieron una serie de demandas que iban desde la reestructuración de todas las juntas municipales hasta la destitución del secretario general, los directores de Cómputos, Elecciones, Partidos Políticos y otras áreas técnicas y su sustitución por técnicos seleccionados en base a licitaciones.
Con estas inexplicables demandas a un organismo recién integrado, aunque la mayoría de los miembros cuenta con experiencia y manejo de la Ley Electoral, el bloque opositor pretendía seguir manteniendo vigente el tema, solo que ahora trasladando la presión sobre la propia JCE, con la finalidad o de tantear su debilidad y disposición de ceder a presiones o quizás contar con pretextos desde ahora hasta las elecciones de 2020 y más allá si el voto popular no los vuelve a favorecer.
Las juntas municipales se reestructuran periódicamente, sea porque a los miembros no les interesa continuar, sea porque asumen funciones incompatibles o sencillamente porque han presentado fallas en la administración de las elecciones o son recusadas por uno o más partidos políticos.
En el caso de los técnicos la JCE se ha caracterizado por tener continuidad en esas áreas y por eso muchos de esos directores y otros funcionarios han hecho carrera en el organismo, han gozado de la confianza de diferentes presidentes y la institución ha gastado importantes recursos en la preparación de un personal cuyas funciones son muy delicadas y están expuestos a las presiones o la maledicencia de los partidos que de antemano se sienten derrotados o los que son derrotados, que es el caso presente.
El pleno de la JCE se reunió esta semana y ¡qué bueno!, no se filtró lo tratado, los periodistas expertos en fuentes, filtraciones y ayudas de los interceptadores telefónicos, no pudieron darse el banquete de la primicia. Eso revela unidad y lo más importante, el respeto a la confidencialidad, que es fundamental en todo organismo colegiado, siempre y cuando la información sea de interés general o de los partidos y en cuyo caso el vocero es el presidente.
Concluido el pleno, se reunieron con los representantes del bloque opositor y el presidente Castaños Guzmán les habló de la importancia de reunirse y mantener el diálogo, de que no se tomarán decisiones unilaterales, su apoyo a las aprobaciones de las leyes electorales, pero en lo atinente al “pliego de demandas”, el doctor Castaños les informó que las juntas municipales serían reestructuradas a su debido tiempo y de acuerdo a las normas imperantes y en lo relativo a la sustitución de una serie de directores y técnicos explicó que se estudiaría caso por caso. A pesar de que no fueron satisfechas las demandas, por lo menos inicialmente, algunos manifestaron su satisfacción por el encuentro.
El presidente Castaños Guzmán y el resto de los miembros de la JCE demostraron que están abiertos a recibir las sugerencias de los partidos, pero de una manera cortés, dejaron claro que las cosas se harán de acuerdo a la velocidad y al nuevo librito, respetando normas y procedimientos, pero de ninguna manera de acuerdo a las presiones extemporáneas de los partidos.
Esta Junta Central Electoral sabe de las responsabilidades que tiene de frente, sabe que debe fortalecer la credibilidad, minada por el bloque opositor y cierta “sociedad civil”, que debe concluir la digitalización y el blindaje del Registro Civil y prepararse para elecciones complejas aunque separadas en el tiempo en 2020.
En cuanto al bloque opositor, o más bien el PRM, debe asimilar que las elecciones no se ganan o se pierden en la Junta, eso es historia antigua, las elecciones se ganan con votos, se ganan creando una organización y se ganan defendiendo el voto en las mesas electorales. En eso deberían estar, construyendo mayorías y apostando a la aprobación de las leyes electorales.