Se fueron los carros de concho y llegaron los motoconchos: un fenómeno urbano que pide regulación

Se fueron los carros de concho y llegaron los motoconchos: un fenómeno urbano que pide regulación

La incorporación de autobuses en avenidas clave como la Núñez de Cáceres y la Winston Churchill en el Distrito Nacional desplazó por completo a los tradicionales carros de concho, dando paso a un nuevo protagonista del transporte urbano: los motoconchos.

Esta adaptación responde a la necesidad de cubrir la demanda en zonas donde los usuarios requieren un transporte ágil y flexible, y las motocicletas, a pesar de los riesgos, han llegado para llenar ese vacío.

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Cada día, miles de personas utilizan estas avenidas y optan por abordar motoconchos en semáforos, estaciones del metro o centros comerciales. Sin embargo, la escena es curiosa y preocupante a la vez, ya que a menudo se observa a dos pasajeros en una moto sin intervención alguna de los agentes de la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (Digesett). 

Esta falta de control llama la atención, ya que transportar dos pasajeros en motocicletas es una violación directa de la ley de tránsito y pone en riesgo la seguridad de todos en la vía.

El motoconcho en estas rutas puede resultar una buena alternativa de transporte rápido y económico, con ingresos diarios de entre tres mil y cuatro mil pesos según la jornada y la demanda, lo cual ha impulsado a muchos conductores a dedicarse a esta actividad.

Con chalecos que identifican su pertenencia a rutas y áreas específicas, estos conductores han profesionalizado su labor, aunque su actividad aún no esté formalmente regulada.

Es cierto que los motoconchos se han convertido en un recurso urbano necesario. No obstante, el fenómeno plantea varios desafíos urgentes: seguridad, regulación y control. La ausencia de supervisión permite que personas sin formación en normas de tránsito y sin el equipo adecuado (cascos) manejen en zonas concurridas, elevando los riesgos de accidentes y situaciones conflictivas.

Ante este crecimiento no controlado, el Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (Intrant) debe tomar cartas en el asunto, y establecer un marco regulador que permita el desarrollo de un transporte seguro y ordenado.

Sin una intervención firme, este tipo de transporte alternativo podría ser aprovechado para actividades fuera de la ley, afectando tanto a usuarios como a conductores.

La llegada de los motoconchos es solo un reflejo de la urgencia de crear un sistema de transporte que incluya controles y regularice todos los medios, garantizando así la seguridad y el bienestar de la ciudadanía.

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