La súbita partida de Teo Veras, a los 67 años, ha producido un profundo y generalizado sentimiento de incredulidad y consternación en diferentes sectores de la sociedad dominicana amante del buen decir, del equilibrio y el respeto a través de los medios de comunicación.
¿Incredulidad porque sus amigos y admiradores no conciben que esa voz tan bien timbrada y ejercida con tanta nobleza y responsabilidad social se haya apagado sin dar tiempo a una despedida, aunque hubiera resultado igualmente dolorosa?
Su exitosa trayectoria y su contribución a la radiodifusión nacional es ampliamente conocida, pero en este momento muchos de los comentarios se centran principalmente en su bonhomía como gran ser humano.
Por eso con certeza, sensibilidad y reconocimiento a su comportamiento, la periodista Patricia Solano escribió en twitter que “Teo Veras fue un caballero que nos dejó un ejemplo valiosísimo: la prueba de que se puede ser sumamente exitoso en radio siendo decente, correcto y noble. Y ese legado no tiene precio”.
Comparto plenamente esas expresiones y otras muchas que se han difundido por las redes sociales hacia una figura icónica de la radio nacional que, a diferencia de quienes se envanecen con petulancia y desbordadas pasiones cuando acceden a los medios, se mantuvo siempre afable, sencillo y auténtico, sin asumir poses estudiadas que asumen quienes pretenden encubrir la mediocridad y sus miserias humanas.
Son muchas las facetas y aspectos que podríamos citar de este gran comunicador, pero dentro de ese repertorio hay una que por su naturaleza trascenderá en el tiempo: su contribución al disfrute de una música que cultiva el espíritu y la tranquilidad sin estridencias y una comunicación edificante en que no cabían las especulaciones, las intrigas ni la maledicencia.
El Matutino de Teo Veras, de lunes a viernes por La 91 FM con noticias, comentarios y música, era una refrescante oferta mañanera producida con buen gusto y donde tenían cabida los más variados temas, pero siempre tratados con rigor, cuidado y profesionalidad.
En cuanto a su larga trayectoria, cabe destacar que fue uno de los principales innovadores de la radio dominicana como empresario radial, consultor, productor, locutor de programas y comerciales, además de editor de publicaciones.
Inició su carrera profesional en 1969 en Radio Unión de Santo Domingo, donde se desempeña como locutor y productor de programas. En esos mismos puestos realizó trabajos en Radio HIN, Radio Radio y en Radio Clarín donde creó y produce el programa “Clarín Internacional”, transmitido por las frecuencias locales e internacionales de la estación.
Asimismo, fue también creador y realizador de jingles y promociones para sus estaciones desde 1978, difusoras dominicanas y otras estaciones en Ponce, Mayagüez y San Juan de Puerto Rico, Radio, Guayama, Haití, Panamá, Miami, cadenas radiales en Colombia, Chile y Guatemala.
Veras nos deja una valiosa contribución bibliográfica a la historia de la radiodifusión en el país con la obra Las telecomunicaciones en América Latina y la República Dominicana, origen y desarrollo, una lectura obligada para quienes buscan documentarse bien sobre este tema.
El país ha perdido a un gran dominicano y la mejor ofrenda a su memoria y tributo a su familia es aprender de su ejemplo en la forma prudente y proactiva de hacer radio y practicarla, un método que siempre será provechoso, porque edifica sin miedo a los temas y con sentido crítico, pero con razonable cuidado y rechazo a un uso extralimitado oabusivo. Paz a sus restos.