Estamos a menos de un año de las elecciones generales previstas para seleccionar un nuevo presidente de la República, sin que todavía se haya llenado el cuadro que podría poner fin al bipartidismo.

Hasta ahora, los candidatos más importantes son Hipólito Mejía y Danilo Medina, quienes representan al opositor Partido Revolucionario Dominicano y al oficialista Partido de la Liberación Dominicana. Todavía falta que se defina la candidatura del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), que la ha venido posponiendo debido a las diferencias sobre el método de selección entre sus dirigentes más importantes.

El PRSC es un aliado del PLD. En su dirigencia priman dos corrientes: una, que quiere continuar con esa alianza para mantener o conseguir cargos, y la otra, la que propugna para que esa agrupación concurra sola a las elecciones. Las encuestas más importantes le otorgan menos de un nueve por ciento de la intención del voto si las elecciones fueran hoy.

No obstante su mínimo crecimiento, el partido que fundara Balaguer no tiene la más remota posibilidad de llegar al Poder, algo de que parecen estar conscientes sus dirigentes más lúcidos. Si éstos no se ponen de acuerdo para elegir un candidato, cual sea el método para escogerlo, el Partido tendría que continuar siendo “una bisagra” del oficialismo.

Esto perjudicaría la democracia, porque mantener un bipartidismo que no ha resuelto los problemas fundamentales del pueblo dominicano, sería un nudo insalvable para que el país salga del subdesarrollo en que se encuentra.

En cuanto a los grupos emergentes, sobre todo los de izquierda, se puede afirmar que tampoco tendrán posibilidades de llegar al Poder, por razones de alta política hegemónica mundial, aunque entre sus líderes prime el ideal de una Patria justa y democrática para todos. Pero además, porque no hay un liderazgo firme y coherente, que llame la atención de los electores, como ocurrió en Brasil, Perú y Ecuador, entre otros.

Frente al panorama político dominicano actual, todo parece indicar que para el 2012 el bipartidismo quedará intacto, de manera que no hay que hacerse muchas ilusiones en cuanto a un cambio importante en las arcaicas estructuras que predominan hoy.

Esto parece pesimista, pero es una realidad que nos enseña la Historia reciente de la República Dominicana, donde las fuerzas retardatarias mantienen una  enorme influencia en la toma de decisiones, a pesar de las tantas luchas democráticas llevadas a cabo a base de tanta sangre y sacrificios.

Nosotros quisiéramos equivocarnos, pero la verdad es que el pueblo dominicano necesita otras alternativas, que por supuesto todavía no están a la vista.