Se impone que seamos austeros

Se impone que seamos austeros

El mundo vive  una encrucijada que puede hundir  en   crisis a muchos países. Las alzas de precios en  materias primas,  sobre todo granos, están ahogando la capacidad adquisitiva de muchas familias en el mundo. Para rematar, conflictos políticos  en Oriente Medio y el norte de África, cuyo desenlace no está aún a la vista,  han elevado los precios del petróleo a niveles sin precedentes. En uno y otro caso,  el nerviosismo en el mercado de futuros agrava sustancialmente las cosas.

Las economías, incluyendo la nuestra, tan  vigorosa y saludable, están amenazadas por elementos nocivos como inflación, recesión, estanflación y otros. Eso explica el interés del Gobierno por poner en marcha planes de ahorro de energía y combustibles, y de facilitar a los más pobres el acceso a los alimentos bajo presión de la carestía. El esfuerzo será efectivo y loable en la medida en que sobrepase la dimensión del discurso y se manifieste como práctica ineludible para gobernantes y gobernados.

El Gobierno está llamado a poner el ejemplo, aplicando austeridad en todas sus dependencias para inducir una práctica igual en la población. Hay que evitar repetir conductas del pasado, cuando los precios del petróleo treparon techos sin precedentes. Para entonces,  el ahorro pregonado por el Gobierno se quedó en el discurso. La  encrucijada impone que seamos austeros.

Inseguridad por todas partes

Los sucesos violentos, como asaltos a mano armada, homicidios y otros actos, han llenado de inseguridad a nuestro país, y negar que haya aumentado  la delincuencia no elimina la percepción de ese estado de cosas.

A mediados de diciembre del año pasado, la  Comisión de los Derechos Humanos presentó un informe en el que daba cuenta de que en 2010  al menos 2,155 personas perdieron la vida en hechos violentos, incluyendo intercambios de disparos con policías.

Ninguna autoridad está en condiciones de hacer creíble un argumento que indique que la situación ha cambiado, que el ritmo de ocurrencia de actos violentos haya disminuido a partir del inicio del presente año. La inseguridad ciudadana no es una simple percepción, sino un efecto derivado de la violencia criminal y de la falta de adecuada protección. Eso es lo que tenemos.

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