Se impuso la mediocridad

Se impuso la mediocridad

RAMÓN EMILIO CONCEPCIÓN
El hombre es intrínsecamente bueno; por eso, todos nacen niños, y los niños todos nacen buenos, lo que significa que como todos nacemos niños, toda la gente nace buena. Todos tenemos la capacidad del bien. Cada uno es como un ángel: cada bebé es un ángel. Un bebé que nace es un ángel en misión. Pero no viene con instrucciones; sólo viene con cierta capacidad. el bebé descubrirá cuál es su misión; crecerá y desarrollará facultades para realizar su misión.

Después, morirá, cuando sea viejo; esa debe ser la regla. Pero, como un ángel, habrá venido a la sociedad y hecho algo bueno. Y la sociedad necesitaba que ese ángel viniera en ese momento a hacer ese bien. Y quienquiera que sea bueno desea ser ese ángel. Uno llega a la vida sin poderes especiales, sin ningún papelito en que tenga escritas sus instrucciones, sino que tiene que descubrirlas a partir de su situación, y hacer algo bueno, para que cuando muera haya sido un ángel que vino e hizo algo bueno por la humanidad. La humanidad lo necesitaba. Así se es parte de la humanidad para siempre.

¡Si toda la gente es así! Entonces, ¿por qué no toda la gente obra así en todo momento? Porque la sociedad depende de gente que obre como ángeles para los demás, como líderes, gente que inspire, que aporte las ideas que se necesitan en ese momento. Entonces, ¿Qué es una sociedad mala? Una sociedad mala es aquella que no les permite a los ángeles ser ángeles. Funciona para suprimir a los que tratan de cambiar las cosas, quiere volver animales a las personas, o en tipos como el lobo Estepario de Herman Hesse.

Esto que estoy diciendo se pudo comprobar en la década de 1970 cuando ya se sabía que la Unión Soviética estaba condenada al fracaso, esto puede afirmarse porque la dirección del partido comunista estaba elogiando a Brezhnev por no ser voluntarista. Esto solo es un ejemplo.

Todo papel dirigente es, por naturaleza, voluntarista, porque el hombre no es perfecto. Las sociedades que nos dejan nuestros predecesores son siempre imperfectas. Y, si mantienen esa imperfección, se tornarán su opuesto, se volverán opresivas. Por eso, dependemos de personas que den un paso adelante, que sean voluntaristas, que sean líderes, que inspiren a la gente, que la dirijan como los dirigentes de China han inspirado a su pueblo con la confianza de hacer algo bueno.

La maldad se llama mediocridad. Lo que le hizo la maldad a Rusia se llama mediocridad, se impuso el poder de la mediocridad para suprimir el genio. ¿Ellos tuvieron genios? ¿Y qué hicieron los genios? ¿Se refugiaron en la ciencia, se fueron a la Academia de Ciencias, a hacer lo que pudieran, con tal de librarse de la KGB, de los chekistas y de las mediocridades, para encontrar un nicho en que pudieran hacer algo para darle significado a su vida? No, aún no han ido a esos pocos lugares a los que podían haber ido para hacer algo bueno.

¿Cuanta gente entre nosotros estuvo dispuesta a oponerse a lo que sucedió en la República Dominicana, cuando la irracionalidad económica, política y social de los últimos 27 años se aposentaron en la vida de la nación? Casi nadie. Igual pasó en Alemania, cuando los nazis tomaron el poder. En la República Dominicana ya no se piensa; todo el mundo se vuelve «cauteloso» para hablar, «cauteloso» para pensar. Y solo unos cuantos ofrecen resistencia y se niegan a capitular. Y aquellos que nos negamos a rendirnos a la mediocridad, a pensar de los pesares, somos esenciales, como verdaderos patriotas de nuestra nación. Si se nos elimina del debate, la nación se va al diablo, por permitir que la gobierne el principio de la mediocridad.

Al igual que los rusos, que no deben buscar en el comunismo lo que fue malvado, porque el pueblo ruso sigue siendo el pueblo ruso, nace todos los días; igual nosotros, nacemos todos los días y a pesar de todo seguimos siendo el pueblo dominicano, aunque claro está, tenemos el poder de la razón roto por completo, y, tenemos el deber de permitir que a cada nuevo bebe que nace, que es un ángel en potencia, se le permita ser un verdadero ángel.

Cuando no se permite que los ángeles den un paso al frente para renovar la sociedad, cuando se tiene un sistema que no les impide devenir en ángeles, que los reprime y no deja escapar ninguno, entonces no hay líderes. Y si no hay verdaderos líderes, que sean luchadores, moralmente fuertes, entonces no se tienen las ideas, los programas necesarios para renovar a la nación, para corregir sus errores.

Así que no busquemos lo que estuvo mal en lo que sucedió cuando nos arropó la mediocridad, busquemos lo que estuvo mal en lo que hizo falta, para impedir tal cosa. Busquemos el principio ausente, porque los seres humanos son intrínsecamente nobles; son lo más grande del universo. Si se les permite devenir lo que debiera devenir, siempre habrá progreso. Y la única vez que una nación se autodestruye, que una civilización se autodestruye, es cuando se impone con toda eficiencia la mediocridad. Y esto ha pasado entre nosotros.

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