¿Quién dijo que esa “burrada”, que tan mal parado ha dejado al gobierno, la autorizó el presidente Danilo Medina? La pregunta surgió en mi mente, de manera automática, cuando leí el titular de El Nacional ( “Procurador niega que Danilo autorizara el traslado de Blas”), aunque al terminar la información razoné que el doctor Alain Rodríguez, en el vórtice de un escándalo que amenaza con tragárselo como una centrífuga, no tenía mas remedio que defender con sus pobres argumentos al principal damnificado de este lamentable episodio: el presidente Danilo Medina y su gobierno. Porque, como era de esperarse, nadie ha creído que un funcionario que hace pininos en el cargo, que está obligado, por su falta de experiencia, a sopesar muy bien –y si es necesario consultar “a las alturas”– cada una de sus decisiones, se va a meter solito, por su propio pie, en ese berenjenal, del que ha pretendido salir de la peor manera: con una explicación, la recuperación milagrosa de la “deteriorada” salud de Peralta, que se ha convertido en motivo de mofa y memes en las redes sociales. Y ha sido, precisamente, esa risible explicación la que ha dado pávulo a que comentaristas y opinantes señalen al mandatario, con la ligereza propia de estos tiempos, como quien autorizó ese polémico traslado, y puede apostarse a que esa será la versión (otros prefieren hablar de la llevada y traída percepción) que terminará imponiéndose de esta historia; sobre todo si el Procurador, después de esta metida de pata monumental, sigue tan campante como el caminante aquel. Un pesado fardo que, estoy seguro, no sobrellevará con agrado un político tan preocupado por preservar la buena imagen que proyecta a sus gobernados —principal activo del presente y garantía del futuro— como el presidente Danilo Medina.