Se le vio el blanco del ojo

Se le vio el blanco del ojo

La infeliz ocurrencia del Ministro de Educación es muy extraña en el contexto actual. ¿Por qué pelear con la Iglesia católica y con los feligreses cristianos, que constituimos la mayoría de la población dominicana?
¿Qué necesidad tiene el gobierno de abrir un nuevo frente cuando tiene tantos problemas insolutos, a muchos de los cuales ni siquiera le busca ni le halla solución?
Alguien se sentó ante un tablero de ajedrez y decidió crear un nuevo ruido, un buscapié, que entretenga al pueblo a fin de que se descuide.
¿Qué se busca con esa declaración contraria a la lectura de la Biblia en las escuelas? Quizá el gobierno anda manga por hombro y carece de políticas claras y consensuadas, o el ministerio le quedó grande al actual titular y pide públicamente que lo sustituyan para salir airoso. Abogar por eliminar la enseñanza del Señor quien creó hombre y mujer, que no hay tercera posición, es una perversidad.
Con propuestas tan descabelladas se solivianta la opinión general, pero también se distrae la atención sobre los problemas graves que nos afectan.
El real problema no es ni la cuestión de género ni la cuestión religiosa. El problema es la falta de una visión filosófica diseñada y ejecutada para que el alumno aprenda a pensar, capacitarlo para el análisis, dejar de lado la memorización y la repetición como métodos de enseñanza.
Ahora se privilegia el uso de la tecnología y no se enseñan las cuatro reglas de las matemáticas, la tabla de multiplicar, a realizar cálculos sin la necesidad de equipos, que más que auxiliares son los que realizan las operaciones.
Los problemas de Educación no son la construcción de locales para escuelas, por aquello de tapar los ojos del pueblo con obras de relumbrón que, en ocasiones, son edificadas con miras futuristas y se construyen más aulas de las que demandará la población en 30 años. mientras hay edificios en uso que carecen de higiene, seguridad, espacios para deportes y recreación.
La infeliz declaración sobre la Biblia, parece fruto de una jugada de ajedrez para ocultar cosas que se ven y cosas que no se ven. Parece dictada por las fuerzas extranjeras que persiguen la unificación de la isla. Se intenta invertir la realidad para que se complazca a la minoría, a invasores ilegales.
En la mesa quedan el fracaso de punta Catalina, la resistencia a la atención primaria en asistencia médica, el tejemaneje con los fondos y la prestación de servicios en la seguridad social, el relajo con el precio de los combustibles, la chercha de la repostulación, y muchos más.
La infausta declaración trae a la memoria aquella frase lapidaria de una cómica mexicana que ingenuamente se identificaba como: tonta, tonta, pero no tanto.

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