Se me antoja

Se me antoja

POR MARIVELL CONTRERAS
Si Xiomara Fortuna no sube descalza al Teatro Nacional a recibir su primer reconocimiento del stablishment crítico del país, su paso por el escenario no hubiera llamado la atención de los presentes, de los que la veían por televisión y de los medios.

¿Cómo formar parte de la crónica de espectáculos o de sociales si llegas calladito, modosito y subes recoges la estatuilla y das gracias a Dios y después a tus padres y a la Cervecería y a Acroarte y a tu equipo y a… Entonces suena el pitico que te manda a freír papas.

Los artistas que han llegado más lejos son los que le han dado razones a su talento. Luis Días escribe buenas canciones, hace excelentes musicalizaciones y tiene una voz aceptable y distinta, sería igualmente querido, considerado y respetado si además no tuviera detrás de sí el bagaje de haber andado de batey en batey y de monte en monte inventariando nuestro folclor para devolvérnoslo a través de su trabajo.

Y, a eso, le añadimos su espíritu rebelde y la forma en que reta constantemente la inteligencia de los que le critican, entrevistan o lo ignoran con frases memorables o actuaciones completamente contravenidas con lo que se considera bueno y correcto socialmente.

Hablar de los artistas que hace un arte que no siempre alterna con el arte que se hace para comerciar es hablar definitivamente de gente que se comporta distinto en relación a la fama y a los medios.

Mencionar a Luis Días y a Xiomara Fortuna nos obliga a traer a otro nombre de un hombre de talento y excentricidad: José Duluc y añadir a José Roldán.

Dos estilos distintos de llamar la atención a su intención de rescatar y proyectar a los creadores naturales de los campos, bateyes y pueblos del país. Un ser caribeño que se hace melena de ciguapa en un hombre blanco que baila y canta como un negro y en un hombre negro que busca en África sus ancestros y que se hermana con los rastas del mundo en el pelo orgullosamente rizado, trenzado o hecho drelas a lo Bob Marley.

Mucho se habla del factor fama. Tanto que hay gente que sería capaz de matar por obtenerla o hasta de borrar su identidad.

Gran impacto nos causó el Piano Man, el hombre que se quitó el nombre y se prohibió hablar con tal de llamar la atención de los medios del mundo. Para ser famoso «y hacerse rico» le escribió a Bill Gates y a Robin Williams. Al saber que Andrea Gras es alemán y que lo de tocar el piano y dibujar para comunicarse fue una treta que le dio resultados.

Hoy un diario sensacionalista, de esos que parecen existir solo en Gran Bretaña, le ofrece 75 mil euros por su historia y ya hay editoriales que quieren que este escriba su biografía… que de seguro venderá.

De los buenos, queda poco recuerdo si no tienen ninguna historia detrás. De los muy buenos y mucho más talentosos queda aún menos. Una queja agridulce y eterna de los que le conocieron y le quisieron en el sentido de que fulano o fulana debió tener mejor suerte.

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