Se me antoja

Se me antoja

POR MARIVELL CONTRERAS
JLG: Historia de una pasión

Juan Luis Guerra es el amo de la música latina del año. El 2005 ha sido suyo por la gracia de Dios, por su disposición de trabajo y apertura y porque el mercado no trajo nada bueno que se le acercara a su estatura.

Cuando los premios internacionales y sus escenarios le abren las puertas y le distinguen están a la vez curándose en salud reconociendo una trayectoria de incuestionable calidad que con 20 años a cuestas le hace mal a pocos (solo a los derrotados del triunfo ajeno) y bien a muchos (a los que disfrutan la belleza de sus combinaciones armónicas y de sus poéticas imágenes).

A Juan Luis Guerra lo traje como vicio campesino mucho antes de que pensara hacer del periodismo el oficio de mi vida.

Recuerdo que “Mientras más lo pienso… tú” fue el primer disco de pasta que compré, vine a la capital a eso.  Fue en Plaza Naco, recuerso.

Y lo hice mío. Desde esa confesión de amor perdido hasta reforéstame. Sin olvidar a Cuenta conmigo cuando a nadie le interesas… tan solo llámame!!!

Con esas canciones sellé amores que terminaron siendo pasajeros y amistades que amenazan con alcanzar la eternidad (hablo de ti, Edgar Reyes) y más.

Me gustaba 440 y Juan Luis Guerra y Maridalia y Roger y Mariela (las dos) y luego Adalgisa, Marco, Kiko… También Catarey (como lo lloré), Armando Beltré y esos rostros, voces y músicos que me llegaban a través de la televisión (Ay que buenos tiempos con De Noche y El Show del Mediodía)

Ya dije que llegué envenenada, loca al tipo, al grupo, a su música.  Era para mí la prueba inefable de que por fin me tomaban en cuenta. 

Me sentía distinta cuando disfrutaba Mudanza y Acarreo (Oye Feliciana no seas tan celosa que tu a mí me tienes sobre toas las cosas) y no sé por qué pero intuía que con esa música y esas palabras mis fronteras no terminaban en los límites de Monte Plata.

Han pasado 20 años ¿quién dijo que no eran nada?

Yo recuerdo que muchos años después, ya cuando el que no tenía fronteras era el propio Juan Luis Guerra, lo parte que me sentía de ese éxito y que me llevó a cometer la osadía de visitar por primera vez, sola y con 7 meses de embarazo al Estadio Olímpico.

Pero lo mejor es que nada se ha quedado en el pasado.  Las canciones de Juan Luis no tienen tiempo y los que las amamos no hemos podido superarlas (aunque se hayan quedado atrás motivos, esperanzas, compañías)

Es que hemos estado ahí, a su lado, perdón del otro lado, con el oído aguzado y el corazón enamorado bailando al ritmo de las cuerdas de Cuando te beso (y un ruiseñor que se desnuda en nuestra lengua) o el negro revoltiao al ritmo de “que la negra está encendida, clavo y canela, está encendida, como una vela, está encendida)

Después vinieron otras Amapolas, soledades, amores y otras esperanzas de un corazón ingenuo que sigue creyendo en el amor, sobre todo si Juan Luis Guerra hace letra y música con la razón para una pasión vieja y ciega desde que nació.

Yo estaré en el Olímpico el próximo sábado, porque yo también he nacido y renacido muchas veces en estos 20 años y a veces,”nosotros, los de entonces, seguimos siendo los mismos”.

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