Se me antoja

Se me antoja

POR MARIVELL CONTRERAS
Ceder o no ceder, esa es la cuestión

La fama no llega de un día para otro ni cae del cielo como agua de lluvia. Hay que agenciársela, buscársela y en fin darle pa´lante a toda la energía interna que se lleva dentro, traducido en deseos con ganas de satisfacción.

He conocido casos de gente que mientras camina distraída choca directamente con la fama, sobre todo en el caso de mujeres simples que se han convertido al ojo de un buen agente en íconos del modelaje internacional.

Pero también al tipo de gente que se pasa la vida entera haciendo cosas para llamar la atención y hacerse famoso y sin embargo termina en la misma oscuridad en que vivía antes de salir del vientre materno.

Estos personajes oscuros también pueden llegar a ser conocidos, pero generalmente nunca reconocidos. A veces se distinguen por su ansia de notoriedad y su extraña suposición de que son merecedores de un tratamiento VIP donde quiera que van.

Todos deben saber su nombre, lo que ha hecho, a quienes conoce, con quienes se junta y cosas por el estilo y él o la que no se adapte a esta expectativa es un verdadero ignorante o simplemente es un o una envidiosa que lo que quiere es ningunearlo para poder ser alguien.

Siempre hay alguien dispuesto a hacer «lo que sea», con tal de hacerse con la fama. Bueno lo que sea es un término muy infinito para una actividad que conlleva en la mayoría de los casos un simple sacrificio personal y físico.

Este aspecto suele ser igual para hembras que para varones, es indiscutible que para entrar a cualquier lugar alguien tiene que abrir la puerta y el precio y el peso de la fama no se paga en peso sino en especie.

En fin que, no todos ni todas tienen la mala suerte de dejarse pasar por las armas sin desearlo, pero hay que estar preparad@, si se busca la fama, para lidiar con esas proposiciones indecentes.

Por supuesto están las que saben de antemano lo que tienen que hacer y lo hacen con mucho gusto. Pasado un tiempo se olvida el desliz y el público y los medios nos quedamos con la deidad.

Y, hay que decirlo, que también hay much@s que no han llegado a torcer su camino y triunfan y otr@s más, lamentan el hecho de que se les presentó esa oportunidad única en la vida y la despreció por pudor, dignidad y formación personal.

Es bueno que quede claro que est@s últimos no son muy reconocidos ni muy bien vist@s en esta sociedad donde el dinero y la pantalla tienen la última palabra.

Aunque a veces esa última palabra no sea tan satisfactoria, porque a veces el anhelo de la fama es tan ingrato que te lleva a la cárcel, te deja en la quiebra y te deja moralmente aniquilado ante la sociedad.

También, ¿quién dijo que era solo blanco y negro el mundo? Sucede que en el medio de la soga esté la tranquilidad de una vida holgada, con el cariño y la admiración de todos, ser un ejemplo viviente para tu familia, tu país, tus amigos y el mundo.

El asunto es arriesgarse y decidir entre los que lo hacen todo por la fama y la logran o quienes tuvieron la oportunidad de hacerlo y no lo hicieron y luego se pasan la vida entera lamentando su indecisión en ese instante fugaz en que triunfó la dignidad.

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