Se me antoja

Se me antoja

POR MARIVELL CONTRERAS
Ya no recuerdo qué era lo que quería contar entonces, solo sé que hace mucho que las palabras que no digo me están envenenando. Y ese veneno no es inocuo. Me ha ido llevando la vida poco a poco. Se ha llevado parte de mi aire y a mis pulmones le cuesta más el simple acto –tan natural e inadvertido- de inhalar y exhalar.

Yo no quiero confirmar su nombre científico para este caso ni para el comentario común de la pequeña tormenta del día a día, pero también hay algo que me mantiene en jaque mate

Digo “mira como me late el madre home” mientras sigo con las tareas propias de la casa o la oficina y le llevo la mano a mi interlocutor a la cabeza de mi estomago, allí donde mi masajista me dijo que queda “el centro del sistema nervioso”. Me late como  si se hubiera cambiado de casa el corazón o como si tuviera un hijo –o una hija– en las entrañas.

Más ninguna de las cosas pasa. Ni pasa eso que el nombre –me parece– alude con su sonido en spanglish (casa materna) y estoy segura de que aún no he sido bendecida por Dios con la maternidad.

Pasa que pasan demasiadas cosas que si bien no hay que ocultar ni callar, a veces pasa como ahora, que no tengo dónde comentarlas.

Me he quedado sin medio desde que al doctor Héctor Pérez Tovar le quitaron su Punto de Agenda para entregarlo al mejor postor. En ese programa hablaba mal de la violencia y buscaba alternativas y salidas para las mujeres en situaciones de crisis, hablaba de literatura e invitaba gente que me ayudara a fomentar la lectura, hablaba de los indicios habituales de las enfermedades mentales y hablaba con artistas y mujeres valiosas que tenían algo que decir, pero eso ya es pasado.

Eso me hace pensar que son “bienaventurados” los que pueden tomar con responsabilidad un micrófono y dicen lo que piensan (mejor si piensan bien) y son honestos (sin palabras encadenadas ni bien pagadas).

Yo también fui feliz alguna vez en que me asomaba cada mañana a una ventana en la que pasaba balance a los hechos de nuestra sociedad y en que empeñaba voluntades para el proceso  de crecimiento de mi país.

Ahora, que el tiempo pasa y el pasado se hace presente y el futuro una mezcla de temor e ilusión, retomo el impulso de escribir de otra cosa, lo que se me antoje, con la esperanza de que ustedes me sigan y la dirección  de Hoy me entienda (sobre todo porque seguiré atenta a ver si aprendo cómo se baila Che).

Publicaciones Relacionadas

Más leídas