Se me antoja

Se me antoja

POR MARIVELL CONTRERAS
Siempre leemos los reportajes sobre las calles y sus nombres que tan amenamente escribe Angela Peña. Me siento completamente identificada con su preocupación porque nos enteremos, ¿quién es quién? en esta ciudad llena de ruido y de carros guiados por chicas y chicos superpoderosos que tienen su reloj interno pegado al volante y la seguridad de que unos segundos ganados a la fuerza a los demás, pueden salvar su día, aún al alto costo de una vida, un bumpers o una excesiva producción de adrenalina que los hace compartir insultos como rosas de primavera.

Ante tanta prisa, pocos reparan en los nombres de esas calles por las que pasa cada día y si acaso lo saben, la mayoría no sabe de quién se trata, ni qué hizo para que a alguien se le ocurriera sugerirlo para rendirle loores.

Ya se trate de Baltasara de los Reyes en la capital –que para ser peor el olvido, casi nadie dice Baltasara, sino Baltasar- o Ramón Arcadio Reyes en Monte Plata.

Alguien se ocupa de hacer que un nombre de alguien prominente le sea puesto a una calle, en un pueblo o en un barrio de la capital, pero no hay nadie que se preocupe de darle seguimiento y mantenimiento a esa decisión que en su momento es rimbombante y alucinadora.

Se suceden los agradecimientos en medio de las fotos oficiales y las lágrimas familiares y luego se rompe la taza…

Claro, que unos años después y algunas generaciones, esas decisiones tan aplaudidas pasan al olvido y con el cambio de autoridades también se da un cambio de intereses y admiraciones que borran una historia y una vida y la sustituyen por otra.

Es como si cada autoridad tuviera su deidad. Yo, que soy una orgullosa provinciana he sufrido esto. La calle donde nací fue cambiada de nombres tantas veces, con honrosos munícipes de Monte Plata, hasta llegar a ser la que celebra la Independencia Nacional. Yo no jugué, me caí, reí y conté las estrellas en la avenida 27 de Febrero, pero ese es el nombre de la calle donde queda hoy mi casa materna.

Yo he criticado hasta lo indecible, por lo bajo, porque mientras repasaba el arte no se me antojaba escribir de otra cosa que de espectáculos, el hecho de que la calle de entrada de Monte Plata que rendía honor al escritor más importante de mi pueblo: Miguel Angel Monclús haya terminado con el de José Francisco Peña Gómez.

He visto desaparecer los nombres de nuestros pequeños héroes para rendirnos ante los notables de todos. Pasó muy pronto cuando se murió Antonio Guzmán, luego Peña Gómez y ahora Juan Bosch. A ninguno de ellos le restamos méritos, nos faltan argumentos y nos sobra el respeto y en el caso de Bosch admiración y cariño imperecederos, pero, ¿tienen sus seguidores derecho a dejarnos sin héroes locales en pro de los prohombres nacionales?

Estamos a la espera de que el Partido Reformista llegue al poder para que empiece a hacerle justicia a Joaquín Balaguer, gran líder del siglo pasado que sin el poder de sus prosélitos no ha logrado ascender en la simbología de nuestras calles, campos y escuelas.

Cuando seamos más grandes, esperamos que la educación del país sea menos global y más regional, que en los pueblos se tenga conciencia de sus orígenes y de cómo se ha ido formando y conformando su sociedad. Solo el conocimiento alimenta la conciencia… ¿se entiende?

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