Se me antoja

Se me antoja

POR MARIVELL CONTRERAS
Yo confieso que me muero de ganas por saber cómo cantan Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes. Qué me dan más deseos de oírlos cantar rancheras que de estrecharles la mano. No sé si lo que hoy digo está marcado por el conocimiento de que el escritor colombiano y el mexicano se embarcaron un día –qué bueno que también fueron jóvenes- en la locura de grabar un disco.

De esto me enteré en una entrevista que diera Carlos Fuentes al periódico catalán Vanguardia mientras Gabriel García Márquez corroboraba, en un encuentro reciente en la Feria del Libro de Guadalajara.

Pues resulta que cuando la mayoría de los escritores latinoamericanos querían trascender se iban a vivir a París. Y, cuando extrañaban la madre común de la lengua española se iban de ahí a vacacionar a España (pero no a Madrid, sino a Barcelona).

De esta ciudad encantadora que ha sido calificada como el París en español es Carmen Barcells. ¿Qué quien es esta? Bueno debo empezar diciendo que está considerada como la ideóloga y fomentadora de ese estallido literario que conforman los escritores del boom Latinoamericano.

A ella la vimos contada por Mario Vargas Llosa en su biografía Mundo y luego un testimonio en que ella se desmeritaba y sin embargo crecía ante nuestros ojos. Es agente literaria y la que tuvo la magia de reunir a su alrededor a los escritores citados y a otros tantos.

Pues es Carmen Barcells la que tiene ¿bajo 7 llaves? Ese disco de rancheras que habrá que oír para ver si ellos la cantan bien.

Ah, lo que faltaba, ¿ustedes saben quién completa el trío de voces de ese disco? Julio Cortázar. Pensar que Cortázar, García Márquez y Fuentes puedan ser tan buenos cantando como contando historias nos llena de ilusión y de temor.

Habrá qué ver qué sonidos tienen esas rancheras húmedas de vallenato y viscosas como la milonga. Mientras, los veo con los ojos cerrados con una mano en el pecho y la otra al viento. Cortázar definitivamente engominado a lo Gardel y vestido en blanco y negro riguroso y luctuoso. A Fuentes se me hace difícil con sombrero de charro, pero no se puede esperar menos de un mero cantante de rancheras mexicano y el traje estrecho y apretado con hermosos cordones color oro recorriéndole las piernas y los brazos.

No me imagino a García Márquez como Carlos Vives o como Juanes, aunque sí sabemos que le gusta el pop de Shakira y que no fue inmune –tal como lo hace constar en Cien Años de Soledad- a las largas farras cantadas de Francisco El hombre.

Lo veo mejor con un sombrerito negro y un manto colorido como los que tejen los campesinos colombianos.

“Porque yo a dónde voy, hablaré de tu amor como un sueño dorado y olvidando el rencor no diré que tu amor me volvió desgraciado”, canta Luis Miguel, mientras pienso lo que sufrirán los cronopios si resulta que Cortázar, Fuentes o García Márquez no superan al oído al ídolo de México (aunque se alegre Vicente Fernández)

 En fin que esta locura literaria me sucumbe en la irrealidad y me lleva a pensar más allá, con un cierto dolor por ver que en la Academia Militar Las Batallas se da un evento digno de La Ciudad y Los Perros y del Leoncio Prado y nos preguntamos si el mundo donde estamos viviendo es la fantástica misma.

“Rodar y rodar…”

Publicaciones Relacionadas

Más leídas