POR MARIVELL CONTRERAS
Tengo que confesar que siempre he sido de las que dejan de lado las ofensas personales y las heridas emocionales, creyendo que así, puedo evitar lo que menos me agrada: las confrontaciones.-
No me gustan ni nunca me han gustado y las he evitado hasta donde me ha sido posible. He tenido con esta actitud la suerte de que la mayoría de las veces, los que arremetieron abiertamente contra mí, al final del tiempo, se dieron cuenta de que estaban equivocados.
Lo que gané, en muchos casos, fue amigos y amigas de incalculable valor en mi vida. Son los hermanos y hermanas que nadie me regaló.
Gente que no creía en mí, que dudaba de mi formación moral o profesional y que terminó a mi lado, conociendo mis verdaderos defectos y admirando las virtudes que Dios me dio y mi familia me inculcó.
Por eso a mí nunca se me hubiera ocurrido enfrentarme ni en el terreno de lo personal y mucho menos de lo legal, a nadie.
Pero, cuando Fausto Polanco habló conmigo que soy la secretaria general de Acroarte, su colega y su amiga-, para argumentar las razones por las que se veía en la necesidad de acudir a los tribunales, tuve que darle la razón.
Estábamos en medio de los preparativos de los Premios Casandra y cada mañana Fausto recibía la llamada de su padre o de su madre desde Platanal de Cotuí, preguntándole que por qué esos muchachos decían que él estaba cogiendo dinero por premiar a los artistas de su país.
Para entender este reclamo habría que saber que los padres de Fausto siempre han vivido en Platanal, que son personas de mucha humildad material y de una grandeza humana que le ha granjeado el cariño y el respeto de todos los que allí viven.
Ver como don Paco cada mañana y tarde sube la loma donde está ubicada la humilde y acogedora iglesia de Nuestra Señora del Carmen donde hace las veces de diácono y donde entrega cada día su amor a Dios y su idea de servicio a la comunidad, mientras su esposa Negra cocina con amor para alimentar a su familia.
La presión ante la idea, de que el hijo bueno, el que se destacó en el periodismo y ascendió a la presidencia de la Asociación de Cronistas de Arte, la misma que entrega los Premios Casandra, pudiera haber sido cambiado por uno malo, injusto y sobornable, los hizo estallar.
Es por eso, que para Fausto Polanco este es un problema de dignidad personal. Que su nombre no puede quedar mancillado tras hacer lo que ha hecho hasta ahora, un trabajo honesto y transparente a favor de Acroarte, del Premio, los artistas del país y la Cervecería Nacional Dominicana que finalmente se beneficia cuando todo lo otro camina bien.
Me hizo entender que estuvieron equivocados los demás presidentes de Acroarte, los que dejaron al tiempo y a la vida que su honra fuera limpiada.
Por ese largo silencio y ese viejo rumor, es que quizás los muchachos se tomaron la libertad de dar continuidad a la vieja costumbre de denostar y desacreditar a los miembros y directivos de Acroarte y poniendo en duda a todos los que han resultado ganadores.
Esta vez, los muchachos dieron nombres de los supuestos corruptos, de los artistas corruptores y dieron sumas exactas pagadas por nominaciones o por premios.
Cuando se llega hasta ahí, el silencio y la inacción le otorgaría visos de veracidad a lo sostenido una y otra vez por los Dueños del Circo.
Por eso, lo apoyo en su necesidad de esclarecer ante la ley, mediante pruebas, la veracidad o la falsedad de estos datos, no solo por el bien de Fausto Polanco, por el bien de la membresía de Acroarte y la institución, sino y sobre todo por la clase artística nacional y la sociedad a la que todos nos debemos