SE ME ANTOJA
Fuera del Conservatorio

SE ME ANTOJA<BR><STRONG>Fuera del Conservatorio</STRONG>

POR MARIVELL CONTRERAS
Jordi tenía 2 años cuando compuso su primera canción. Era merengue. No es extraño porque su papá, es “merenguero desde chiquitico”. Él demostró muy pronto que él también.

Con apenas 3 años y viendo a su papá practicar día a día su instrumento (la trompeta) ya decía que él iba a ser músico. Que iba a ser trompetista como su abuelo y cantante como su papá.

O sea que iba a ser trompetista y cantante como su papi. Como todos los padres, que nos ponemos monísimos y hasta ridículos cuando de resaltar las cualidades o tendencias del talento de nuestros hijos, el de Jordi siempre ha sido muy celebrado.

Ha ido a la televisión muchas veces y cuando tiene el micrófono en la mano, siempre ha sabido qué hacer, tanto con su voz como con su cuerpo.

Desde muy temprano, cuatro años, ya quería entrar al estudio a grabar y por supuesto fue complacido y como muestra anda por ahí un tema a ritmo de rap o merentón donde él comparte la interpretación de un tema de su padre y aporta la melodía y la palabra de su primera creación…

“Teco, co teco, teco, teco”… y señala y nombra a quienes están más cerca de él en ese momento. Aunque nunca se han quedado, Mamá, papá, tío.

También quería estudiar música. Pero siempre le decían, que tenía que esperar. Ir a la escuela, aprender a leer y a escribir antes de ir a una academia musical.

Bueno fue a la escuela y antes de pasar a segundo ya leía, escribía e hizo “él solito” su discurso de agradecimiento para leerlo en su graduación de “Ya sé leer”. Cuando recibió la primera noticia de que iba a ser llevado al Conservatorio Nacional de Música para procesar su ingreso a las clases de música, no podía con la emoción.

“Marivell, yo voy a estudiar música. Mi papi, está en mí. Me va a llevar para el Conservatorio”, me dijo cuando me vio.

Me emocionó ver su entusiasmo y alegría ante la idea de estudiar música. Fue. Lo vieron. Lo oyeron recitar de memoria la definición de música que se aprendió desde antes de cumplir 5 años.

“Música es el arte de combinar el sonido con el tiempo”. Y le preguntaron si se sabía las notas musicales y él no sólo dijo que sí, sino que las tarareó una y otra vez a petición de su audicionador.

 Le dijeron a su padre, que ya tenía edad para ingresar al Conservatorio, pero que había que esperar a febrero para que entrara con los demás niños de su edad. Que lo volviera a traer.

Jordi salió convencido de que muy pronto estaría estudiando en esa gran escuela de música. Y esperó ansioso esos meses que lo separaban de su ingreso.

Ido el tiempo. Su papá se encontró con otros peros, con que la persona que le dijo no era la que sabía, con que el tiempo ya se le había pasado, con que no lo podían recibir definitivamente en el Conservatorio.

Eso hizo que el padre recordara sus años en ese inhóspito lugar en el que por más destreza musical que demostrara no recibía la misma atención, ni las becas, ni el seguimiento que otros menos dotados genéticamente para la música.

Así, que se fue con su hijo pa´ otro lao. Buscó una academia de música particular donde estudia inocente el pequeño Jordi.

Él está feliz con sus clases de flauta. Porque ya tiene melodías propias para hacerle una canción a su papá “ya tengo la música” y le pone sonidos vocales a los saxofones, cuenta como va a decir la trompeta, el piano, la tambora.

¿Y la letra?, le dice su padre. Y él muy serio responde que él aún no la hecho. Que cuando termine la música él la va a hacer.

Mientras Jordi y su primo Leandro aprenden donde pueden. Inocentes ante la oficialidad que se le cierra, yo me pregunto con rabia, ¿cuánto durará la farsa de la apertura y la igualdad en esta bendita sociedad?

www.marivellcontreras.com 

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