Se nos olvidan los niños y niñas de las calles

Se nos olvidan los niños y niñas de las calles

Miramos los niños que deambulan por calles y avenidas, los llamados niños de las calles. Es verdad que los varones son los más, pero también hay niñas. Un fenómeno que no es nuevo y por no serlo ya no nos produce extrañeza, nuestros ojos no parpadean de manera especial cuando los vemos y las emociones casi son nulas, inexistentes. Estamos habituados a ver los niños de las calles.

Cuando esto ocurre significa que nuestros sentidos se endurecen, que perdimos sensibilidad ante un hecho que, por su naturaleza y significado, debería conmovernos. Puede darse el caso, incluso, que ni veamos a estos niños, que se nos pierdan en el panorama general de las calles, en el murmullo de las conversaciones o en la atención a otros aspectos de las vías.

Así las personas y también las sociedades.

En nuestro país, muchos son los niños y niñas que deambulan por las calles, que viven en las calles. Aquí duermen, comen, se asean, juegan y establecen relaciones de todo tipo. Todos sabemos donde suelen vivir, si es que a esa manera de existir le podemos llamar vivir. Las calles constituyen las viviendas de estos niños y niñas, su espacio de socialización, de aprendizaje. Para ellos la vida es la calle y no tienen otro horizonte que no sea la calle.

Puede afirmarse, sin rodeos, que estos niños son los perdedores, los socialmente perdedores, los económicamente perdedores. Para las organizaciones que se “ocupan” de ellos no pasan de ser una cifra, un gráfico, un cuadro estadístico o una infografía en power point. Ganancia para otros.

Estos niños y niñas de las calles seguirán en aumento, porque para ellos no hay propuestas de reformas. Es decir, no se advierte que nada cambiará.

La encuesta Enhogar-MICS 2019, la más reciente, nos ofrece la desafortunada información de que el 54% de los niños y niñas del país viven en entornos familiares en los que falta o el papá, o la mamá, o uno y otro.

Este es el drama. La sociedad tiene que fijarse en este hecho, porque aquí andan los orígenes de este fenómeno lastimoso y de pronóstico negativo. Porque muchos de estos niños son los que terminan en las calles.

Es un fenómeno tan antiguo que ya no nos produce extrañeza

Las calles son sus viviendas, su espacio de socialización

Para estos niños y niñas no hay propuestas de reformas

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