Se vislumbra el final de la era de los transbordadores espaciales

Se vislumbra el final de la era de los transbordadores espaciales

Washington. EFE.  El viaje que el transbordador Atlantis de la NASA iniciará el próximo viernes 8 de julio marcará el fin de la era de estas naves espaciales, pero muchos confían en que no signifique, también, la terminación de la hegemonía estadounidense en el espacio.

Si bien la NASA ha liderado los vuelos tripulados al espacio durante tres décadas, a la vuelta del transbordador no tiene preparado un reemplazo. Y aunque los directivos de la agencia aseguran que no es el fin, sino el principio de un nuevo capítulo, también hay voces en desacuerdo.   “No creo que esto signifique el final de los vuelos tripulados estadounidenses, pero estamos en un periodo de incertidumbre y no sabemos por cuánto tiempo”, indicó a Efe Valerie Neal, conservadora del área de los transbordadores del Museo Nacional del Espacio.

Tras este último viaje, serán las compañías privadas las que se encarguen de desarrollar la tecnología para el vehículo espacial del futuro.  

Según el director de la NASA, Charles Bolden, esto permitirá a la agencia centrarse en otros proyectos, como viajar a Marte o alcanzar un asteroide, dos de las metas que ha señalado el presidente de EE.UU., Barack Obama, en su nueva estrategia espacial.

“Creo que lo que es un poco decepcionante es que no tenemos realmente una visión clara de qué es lo que va a venir después”, señaló Neal. “Hay incertidumbre en la NASA y en el público en general”, agregó.

La experta, que lleva vinculada desde sus inicios al programa de los transbordadores, señaló que organizar, diseñar, encontrar la financiación necesaria y poner en marcha un proyecto de estas características lleva mucho tiempo.  

De momento, aunque las compañías con las que la NASA ha firmado algunos acuerdos para desarrollar las nuevas naves “están haciendo algunas previsiones optimistas” sobre cuándo estará listo el nuevo vehículo espacial, “lo cierto es que todavía no están preparadas”, señaló.  

Para Neal, estamos ante “el final de la segunda gran era en la exploración espacial”, como la que se vivió en los años setenta tras la última misión del Apolo, el programa que consiguió poner un hombre en la Luna.  

La NASA tardó casi una década en desarrollar y presentar el programa de los transbordadores, y no fue hasta el 12 de abril de 1981 -20 años después de que el cosmonauta ruso Yuri Gagarin se convirtiera en el primer hombre en salir al espacio- cuando lanzó en órbita el Columbia, al que seguirían el Challenger (1983), el Discovery (1984), el Atlantis (1985) y el Endeavour (1992).

El transbordador espacial, de imponentes dimensiones, capaz de planear como un avión al regresar de la baja órbita terrestre, conquistó al mundo por su versatilidad y por ser la primera nave con capacidad de salir al espacio y volver a la Tierra.

Costo super millonario

Con un coste de mil millones de dólares, los transbordadores no sólo pueden cargar más de 20.000 kilos, sino que tienen capacidad para transportar hasta siete astronautas, acoplarse en órbita a la estación espacial, y llevar satélites y telescopios en sus bodegas.  

Los mismos fueron construidos como un “camión de carga espacial”, aunque finalmente se convirtieron en “los ferrys a la estación espacial”, lo que los hizo ganarse el interés y la admiración del gran público, dijo Neal.   En su primera década transportaron satélites y experimentos científicos, mientras la Estación Espacial Internacional (EEI), un proyecto en el que participan 16 países y que recibió sus primeros módulos en 1998, acababa de prepararse para albergar tripulación.   Los éxitos de estas misiones hicieron al público ver “como algo normal” el salir al espacio, e incluso se perdió en parte el interés por el programa espacial.

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