Al aproximarse la medianoche de esta fecha, los dominicanos deben ingresar a una mayor confianza en su destino a partir de esfuerzos orientados a metas particulares lo mismo que a objetivos colectivos factibles cuando prima el sentido de participación y solidaridad entre gobernantes y gobernados. Cuando se decide superar crisis con laboriosidad y certera planificación. Sin esperar soluciones instantáneas pues las más preciadas suelen necesitar tiempo. Reconocer errores debe ser un primer escalón hacia el porvenir.
Son ciertas las dificultades que con- lleva combatir los feminicidios de complejas causas e impredecibles apariciones con saldo de cientos de víctimas cada año. Condenarlos y reclamar acciones más diligentes y concentradas en sus raíces conducirían a una forma esperanzadora de enfrentarse a la barbarie. La persistente violencia de genero obliga a mantener las alarmas encendidas.
En este 2020 de elecciones, colocar el interés general por encima de los particulares y los inmediatismos no es exigible exclusivamente a los partidos políticos y candidatos. El proceso en marcha llama al común de los ciudadanos a ejercer con responsabilidad y aspiraciones moralizadoras su deber de decidir el curso del Estado a la hora de votar.
Ninguna celebración puede restar atención a preocupantes realidades. Los siguientes doce meses son de oportunidad para que el Poder comience a reducir el endeudamiento público tras más de diez años de déficits fiscales que respaldan un crecimiento económico desigual y que disminuye, por los muchos recursos que consume la deuda, la capacidad de cubrir inversiones esenciales para que el desarrollo humano y las reformas estructurales integren amplios sectores al bienestar y alejen a millones de dominicanos del propósito de emigrar.
Apremia a la sociedad sentir que los servicios educativos del Estado, apoyados en los últimos años por una elevación presupuestal al 4%, muestren avances palpables en la calidad magisterial y de programas colocados entre los novísimos muros de aulas expandidas como prioridad de la inversión oficial. Las mediciones deplorables del rendimiento escolar son campanazos para hacer reaccionar a las autoridades hacia una reorientación de sus desempeños y realizaciones que en el 2020 se traduzcan en significativos progresos en las funciones docentes en vez de leer de un modo acomodaticio los diagnósticos para justificar los pobres resultados.