La amabilidad y la generosidad de los dominicanos son ampliamente conocidas prácticamente en todo el mundo. Son timbres que nos distinguen y que nos hacen ser queridos y vistos como personas cálidas. Nos gusta extender las manos a quienes necesitan de nosotros, sin hacer distinciones de ningún tipo. Ahora, frente a Haití y a los haitianos no podemos ser diferentes. Nos ha tocado, por designio de la historia, ser dos naciones que compartimos una misma isla. Esta convivencia la hemos llevado de la mejor manera posible, sabiéndonos diferentes y enfrentando circunstancias que han colocado nuestras relaciones en crisis. En cada caso, sin embargo, la diplomacia, el deseo de convivencia y la buena voluntad se han impuesto y nos hemos entendido.
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Haití vive en estos momentos una circunstancia desgraciada. Pero nadie puede decir que República Dominicana y los dominicanos hemos dejado de ser generosos y comprensivos con los haitianos. La gran cantidad de inmigrantes indocumentados que cruzan por nuestras calles es una muestra de nuestra generosidad hacia ese pueblo, sin dejar de reconocer que la mano de obra haitiana es un factor básico en el desarrollo de la economía dominicana. El periódico HOY cree firmemente que este momento no es la oportunidad de sacarle cuentas a Haití y a los haitianos. Creemos, por el contrario, que ante la circunstancia desgraciada que ha puesto a esa nación a la puerta de una ocupación militar restauradora, la amabilidad y la generosidad de los dominicanos no deben negarse. Sin lesionar nuestra soberanía y sin violar nuestras leyes, República Dominicana debe saber ser el vecino de siempre, el mismo que corrió, auxilió y ayudó todo lo que pudo cuando el terremoto de enero del 2010 dejó a esa nación destrozada. ¡No dejemos de hacer el bien!