El sector construcción, especialmente el dedicado a la edificación de viviendas para el sector privado, enfrenta una conjunción de efectos negativos; por un lado la apreciación del peso frente al dólar (5.26% entre enero 2021 y abril 20 de este año), alzas superiores a los dos dígitos en los precios de todos los insumos y ahora se une un aumento del salario mínimo de 24%.
Desde hace décadas los precios de las unidades de viviendas, especialmente de clase media hacia arriba, estaban dolarizados, de esa forma los promotores se protegían de la inflación y la devaluación del peso, especialmente en los últimos años donde la depreciación del peso estaba alineada con el nivel de inflación.
En la actualidad la combinación de una apreciación del peso con una elevada inflación en los insumos ha colocado en grave dificultad a promotores de viviendas, algunos de los cuales se han visto obligados a parar el proyecto, a renegociar con los adquirientes que pactaron precios fijos y hasta devolverles el inicial y los abonos realizados.
En término del alza en los precios de todos los insumos, han superado los dos dígitos, por ejemplo, la funda de cemento gris ha incrementado su precio en 40% desde fines de 2020 hasta este mes de marzo, y la varilla 60% en ese mismo periodo.
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En la página web de la Oficina Nacional de Estadísticas, en la parte correspondiente al Índice de Costo Directo de la Vivienda (ICDV), en el caso del índice general, en 2021 la inflación fue de 15.01%, casi 1.75 veces el aumento del Índice de Precios al Consumidor, mientras que la inflación en la construcción entre enero de 2021 y marzo de 2022 fue de 16.6%.
Para complicar más la situación, el Comité Nacional de Salarios decidió mediante resolución un aumento del salario mínimo en la construcción de 24% (21% el primero de mayo y 3% en octubre). Parecería razonable ya que se han incrementado los salarios mínimos de otros sectores, pero la construcción tiene un comportamiento diferente, no hay tales salarios mínimos, no se aplican las tarifas para los trabajos específicos (colocación de bloques, pañete etc.) sino más bien rige la oferta y la demanda y normalmente los salarios y tarifas están por encima de las resoluciones; sin embargo, en este momento el incremento fue inoportuno y en un sector donde el 90% o más de la mano de obra es haitiana constituye un estímulo adicional a la inmigración ilegal.
Todo lo anterior es desde el lado del promotor, ahora del lado del adquiriente, el aumento en el costo del M2 de construcción, unido al incremento inevitable de las tasas de interés, van a sacar del mercado a miles de familias que como no pueden indexar sus ingresos, sencillamente no van a calificar para adquirir una vivienda financiada.
La esperanza es el retorno a la normalidad, a la inflación dentro del rango meta, a que la inflación exógena baje y la política monetaria permita retornar a tasas de interés asequibles.
Pero el panorama global no augura un escenario de esa naturaleza para los próximos meses.