Sector eléctrico: Barril sin fondo

Sector eléctrico: Barril sin fondo

Antes de la capitalización, el Estado cargaba con la CDE de entonces y sus taras financieras para tratar de mantener un suministro energético que siempre fue deficiente. Después de la capitalización  las deficiencias se han agravado, y para colmo de males,  el Estado carga ahora con la parte oficial más las taras privadas. Después de la capitalización el Estado ha asumido enormes deudas  con entidades locales y extranjeras y no ha logrado que mejoren las prestaciones del servicio energético. Para superar la fase actual del círculo vicioso que es el  sector eléctrico, el Gobierno procura esta aumentar en US$300 millones la deuda externa del país.

El problema es más grave de lo que parece. En el esfuerzo por evitar el colapso definitivo del servicio  eléctrico, el Gobierno ha adoptado una modalidad de subsidios y compensaciones que lo tiene entrampado. Reincide en endeudarse  con los generadores y el suministro entra en fase crítica como en estos días. Entonces el Gobierno, haciendo malabares en medio del déficit fiscal,  amortiza la deuda y todo vuelve a la posición anterior. Este modelo deja intacto el problema, pues la constante  inversión en amortizar una deuda creciente, consume recursos que podrían servir para mejorar  el servicio. Mientras la filosofía sea la de no admitir el fracaso del modelo de capitalización y cambiarlo, seguiremos tirando dinero en el barril sin fondo.

Maquinita de crear déficit

Todo Estado necesita tener programas para incentivar el desarrollo. Con esos propósitos las exenciones fiscales son un recurso idóneo, siempre que se las administre en función de necesidades y coyunturas y que tengan una tasa de retorno perceptible a través de aportes al desarrollo económico y social del país. De otro modo, las exenciones se comportan como una maquinita de crear déficit y expandir brechas.

 Si el país tiene un déficit anual de RD$104,000 millones por causa de las exenciones, lo que está ocurriendo es que las mismas no están orientadas hacia el bienestar social y el desarrollo de áreas vitales para la economía. El régimen actual mantiene permanentemente exenciones que han debido ser coyunturales, que han debido servir para impulsar el inicio de proyectos que una vez funcionando, no requieren esos incentivos. No es saludable mantener un régimen de exenciones que opera como máquina de crear déficit.

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