Sector informal absorbe mitad trabajadores de todo el país

Sector informal absorbe mitad trabajadores de todo el país

POR ENRIQUE GONZÁLEZ
Más de la mitad de los trabajadores del país pertenecen al sector informal, uno de los índices más elevados de América Latina, y por cuenta propia se dedican a la venta ambulante, el transporte, la construcción, la agricultura y el empleo doméstico, oficios que en su mayoría tampoco están regulados por la ley.

 El desempleo y la falta de preparación parecen ser los principales motivos, pues uno de estos trabajadores que sólo dijo apellidarse  Méndez, quien tiene un puesto de venta de alimentos en la calle 14 de julio, es sólo un ejemplo de los trabajadores informales.

Explicó que lleva dos años con un puesto de venta de pollo y salami en una esquina de la ciudad, porque no encuentra un empleo que le permita vivir mejor.  “Yo no quiero seguir en esto todo el tiempo, pero si no se encuentra otra cosa tendré que estar en ello”, dijo resignado mientras esperaba clientes.

Un poco más abajo, en un semáforo de la avenida Máximo Gómez, Ángel Contreras se dedica a otro de los oficios informales de esta vida moderna, ofrecer la venta de tarjetas para celulares.

Contó que antes tenía un empleo, pero que un día decidió echarse a la calle para obtener su sustento. “porque trabajaba mucho por poco sueldo y al final, cuando cobraba, lo que tenía que hacer era pagar mucho dinero a crédito. Por eso, decidí dejar el empleo y quedarme en la calle”.

En ambos casos inciden la falta de oportunidades y el bajo nivel salarial, según sostuvo el economista Nelson Ramírez, del Centro de Investigación Económica para el Caribe (CIECA).

 Según el profesional, los empleados informales “son quienes están buscando empleos y no encuentran cómo ser acogidos en esas actividades formales; por eso tienen que refugiarse en este otro tipo de empleo”.

SIN ALTERNATIVAS

En un país con una tasa de desempleo por encima del 17 por ciento, es obligatorio que muchos ciudadanos sin empleo busquen alternativas como las labores informales para obtener recursos económicos y atender sus propias necesidades y las de sus familias.

De los más de tres millones de trabajadores, al menos el 57 por ciento pertenecen al sector informal, según datos del Banco Central de la República.

 Al respecto, el economista Ramírez considera que en la mayoría de los casos ”son trabajadores no cualificados, con bajo nivel educativo y  pobres, aunque también hay muchos inmigrantes del campo a la ciudad que viven en los llamados cordones de miseria”.

Gomeros, venduteros de frituras, recolectores, jugueros, tricicleros, limpiabotas, mecánicos independientes y de otras alternativas, obtienen beneficios con estas labores debido a que el Estado y el sector privado no pueden generar, aparentemente, tantos puestos de trabajo para emplearlos.

“Ahora mismo no tengo empleo y por eso me tiro a la calle a buscar la comida vendiendo plátano”, explicó Eduard, quien añadió que desde hace dos años recorre las calles de la capital en un triciclo vendiendo el producto, porque no ha tenido la suerte de emplearse en una empresa.

Otro trabajador informal, David Santos, dijo que  “a veces es complicado encontrar trabajo porque las compañías tienen la agenda llena y no necesitan gente, pero si yo encontrara un empleo mejor, trabajaría en él”.

No obstante, este vendedor de jugos manifestó que en esa labor, además de pagar la casa donde vive en alquiler  ha podido mantener honradamente a su mujer.

“SECTOR DESPROTEGIDO”

A pesar de que el número de personas dedicadas a estas actividades informales supera el millón y medio, la ley no regula su situación de manera adecuada.

 La falta de una normativa concreta sobre sus actividades parece situarles en una posición de desventaja respecto a los empleados con un contrato, quienes sí tienen las ventajas de seguro médico, derecho a liquidación, pensión y a otros beneficios que la ley les garantiza.

Para el economista Ramírez, “el problema fundamental de este tipo de trabajadores es que el código laboral no les da protección, porque no tienen una relación de carácter contractual.  Por otro lado, quienes trabajan por cuenta propia no están acogidos en la Seguridad Social, por lo que están sumamente faltos de protección”.

Ramírez también dijo que este tipo de ocupaciones informales “se caracterizan por su gran vulnerabilidad y porque no tiene capital de trabajo. Estas personas están cambiando constantemente de una actividad a otra”.

Pero estas no son las únicas desventajas para un sector laboral que se ha creado por necesidad e,  incluso, lo saben ellos mismos como es el caso de Angel Contreras quien confesó que “esto tiene sus ventajas y sus desventajas, porque uno sabe que el día que no pueda trabajar ya no tiene nada. El empleado sabe que si deja de trabajar, al menos, le queda la liquidación”.

Sin embargo, a juicio del economista Ramírez, la contribución del empleo informal a la economía del país es significativa, principalmente porque ocupa a un número importante de desempleados, a la vez que les facilita el acceso a algunos bienes.

“El empleo informal contribuye al desarrollo, aunque no se incluya en el Producto Interior Bruto. Pero ellos (trabajadores del sector informal) realizan un aporte significativo a la economía”, explicó Ramírez.

No obstante, a pesar de las desventajas antes citadas, hay quienes también consideran que esta forma de trabajo tiene sus cosas buenas.

 “Así no tengo que hacer lo que un jefe quiera, ni que me diga a la hora a la que me tengo que ir”, alegó Sotero Mejía, vendedor de toallas, luego de lo cual estalló en una carcajada que no pasó desapercibida entre choferes y transeúntes.

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