Mano Juan. Isla Saona. A Santa Valdez, saonense, le cambió la vida hace un año. Y no sólo a ella. También a sus cuatro hijos y a su esposo enfermo, sin poder trabajar actualmente, quienes tienen desde entonces una fuente de ingresos que día a día les permite concretar el principal anhelo de cualquier familia: progresar y ganarse la vida dignamente.
¿Cómo lo hace? Sencillo: convirtiendo en seductoras prendas artesanales la fibra de los cocos que tanto abundan en su hábitat natural, oficio que ella y otros veinte lugareños han aprendido en el Taller Artesanal Juan Bosch, uno de los beneficios palpables del Programa de Desarrollo Turístico que despliega la Secretaría de Estado de Turismo (Sectur) en el poblado de Mano Juan. Esto nos sustenta mucho, en particular a mi familia porque mi esposo ahora está muy enfermo; de eso nos mantenemos, de eso es que estamos comiendo, cuenta Mirurjia, como le apodan, señalando los collares, brazaletes, anillos y aretes por los que recibe entre cinco y diez dólares, dependiendo del turista que sea.
Pero los sueños de Mirurjia no acaban en el borde de la mesa de poco más de un metro cuadrado sobre la que esta microempresaria en potencia exhibe su mercancía.
La esperanza que tengo es que por vía de ese muelle voy a sacar yo mi casa, porque con el tiempo van a venir muchos más turistas.
Se refiere al muelle que se construye a orillas de la playa, sin duda la principal obra de infraestructura y la más anhelada por estos predios que dejará el proyecto a los saonenses.