Secuelas después del sismo

Secuelas después del sismo

Un terremoto es un evento traumático fuera de lo natural. Supone un gran desafío a la hora de enfrentar el día a día y una reorganización que permita establecer una rutina sana. Las crisis se caracterizan por ser situaciones imprevistas que causan sufrimiento y pérdida del equilibrio emocional. Esta afección consiste en las re-experimentación de la vivencia con pensamiento intrusivo como pesadillas, insomnio y flashbacks: recuerdos fotográficos de la imagen más traumatizante.

Es lo que en psiquiatría se llama estado de hiperalerta: tener constantemente la sensación de que algo malo va a pasar. Pánico, alucinaciones, depresión, insomnio e irritabilidad aquejan a la población. Estos síntomas pueden ir acompañados de dolores y contracturas musculares.

Este tipo de fenómenos tiene un impacto directo en la salud mental de las personas, en grados que varían según la exposición y cercanía con el epicentro del terremoto y la rapidez con que llegue la ayuda. Inicialmente el 95% de las personas presenta síntomas, que van desapareciendo dentro de las primeras dos semanas.

Al cabo de un mes la mayoría se recupera Sin embargo, hay un porcentaje –aproximadamente el 20%- que no logra sobreponerse al episodio y desarrolla los llamados trastorno de estrés post traumático y trastorno depresivo mayor.

Los sismos registrados en estos pocos meses del año, han desencadenado en un número indeterminado de personas alteraciones psicológicas diversas, clasificables globalmente bajo el síndrome de neurosis traumática.

Los síntomas más frecuentes que informaron los profesionales de la salud mental en los días inmediatos posteriores a los sismos fueron: irritabilidad exagerada, miedo y angustia, poca disponibilidad para el reposo e insomnio.  Desde luego, las personas más afectadas sufrieron directamente la pérdida de familiares, seres queridos, habitación o bienes necesarios para su sostenimiento.

Desde entonces se anticipaba que una vez resueltos los problemas de supervivencia básicos y terminadas las labores de rescate, la gente comenzaría a tomar plena conciencia de las pérdidas sufridas, se agudizarían sentimientos como la desesperación, impotencia, tristeza y depresión, y se evidenciarían los casos de duelo patológico o mal elaborado en todas sus modalidades posibles.

La asimilación normal de la experiencia traumática o bien la aparición de complicaciones psicopatológicas, depende no sólo de la magnitud de la misma, sino también de la predisposición morbosa preexistente, la cual encuentra su determinación en las características constitucionales del sujeto, así como en sus experiencias previas, en particular aquéllas que estructuraron su aparato psíquico.

Asimismo, depende del desarrollo emocional alcanzado, lo que plantea diferencias importantes acordes con la edad del sujeto.

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