Seguir adelante

Seguir adelante

El dilema es claro: la República Dominicana tiene que seguir los esquemas que voluntariamente acogió en el cuatrienio anterior cuando negoció ingresar al tratado de libre comercio con Centroamérica y Estados Unidos y aceptó las fórmulas del Fondo Monetario Internacional (FMI) para el esfuerzo de superar el desastre que supuso la quiebra de bancos a partir del  año 2003.

Fuera de ello, la única opción sería el aislamiento comercial y es claro que este país no está en condiciones de acrecentar la inversión y seguir pagando sus deudas  con el exterior sin ceñirse previamente a procesos de integración. Y resultaría demasiado difícil disciplinar la economía y potenciarla  a espaldas de las directrices del FMI.

Es culpa nuestra que los problemas financieros acentuaran la subordinación al organismo, pero es también responsabilidad nuestra poner orden en la casa para que los fórceps intervencionistas puedan ser rechazados a base de  méritos y dignidad.

-II-

En torno al proyecto llamado de Reforma Fiscal –que algunos prefieren definir solo como tributario– han surgido posiciones disímiles entre el Poder Ejecutivo, de un lado, y los legisladores del Partido Revolucionario Dominicano que asesorados por economistas de la propia organización, muestran un evidente poder determinante para su aprobación o no.

El gobierno defiende las modificaciones, ahora respaldado vehementemente por el FMI y ha proclamado más de una vez que se trata de un instrumento que en modo alguno aumentaría la presión tributaria. Insiste en que  no crearía más impuestos y que simplemente  pretende reemplazar las recaudaciones que resultaban de aranceles y gravámenes, como la comisión cambiaria, en vísperas de desaparecer.

El PRD, evidentemente preocupado por la posibilidad de que una holgura de recursos públicos favorezca de alguna manera al Partido de la Liberación Dominicana en las elecciones del próximo año, ha formulado particulares cálculos y proyecciones negativas pretendiendo limitar los alcances de la reforma que ha sido planteada.

Es en la actitud del PRD –por cuanto el gobierno ha logrado armonizar posiciones por separado con sectores productivos para que acepten la mayoría de los cambios –donde se expresa en estos momentos el mayor riesgo de que la reforma tributaria y el ingreso al DR-CAFTA no se  cumplan en el tiempo previsto.

Afortunadamente, en el liderazgo congresional se exhiben desde el pasado viernes actitudes flexibles. Se entiende que sin renunciar a sus proclamados propósitos de evitar supuestas consecuencias inflacionarias, el partido de oposición que predomina en el Congreso estará presto la próxima semana a conciliar criterios con el poder Ejecutivo.

La nación se siente en la urgencia de que sea allanado el camino hacia su colocación en el orden institucional interno y externo que imponen las circunstancias.

Debe evitarse que el país  quede impedido de seguir adelante por culpa de que sectores de oposición sobrevaloren el impacto de algunos impuestos sobre el costo de la vida, cuando la verdad es que aquí las evasiones –sobre todo en relación al Itebis– siempre han sido descomunales y los factores de costo han tenido mucho que ver con pésimos desempeños de sectores productivos y del propio Estado y mayormente porque se ha estado sometido a un sector energético que presta los más caros y deficientes servicios en el continente.

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