Seguir de cerca el zapatismo

Seguir de cerca el zapatismo

FIDELIO DESPRADEL
Este artículo es para mi amigo y camarada Polón (Napoleón Muñoz), a quien le dije que había que seguir muy de cerca lo que estaban planteando los zapatistas (EZLN). Fue la revuelta zapatista, el primero de enero de 1994, con sus métodos y esa forma tan particular de hacer la acción política, la que abrió el punto de viraje en el predominio casi absoluto de la ofensiva capitalista neoliberal, iniciada con la señora Teatcher, de Inglaterra, y un tal Reagan, de los Estados Unidos.

De 1994 hasta la fecha, se ha iniciado, no tanto el repliegue de la ofensiva neoliberal sino el despertar de los pueblos contra esta nueva forma de explotación en la economía mundo por parte del gran capital mundial: crecimiento de los movimientos de resistencia (México, Ecuador, Venezuela, Bolivia, Argentina, Brasil, Chile, Francia, España, otros), acoso por parte de los pueblos a los instrumentos del gran capital (FMI, BM, BID, DAVOS); ascenso de gobiernos progresistas, populistas o revolucionarios (Brasil, Venezuela, Argentina, Uruguay, Chile, y ahora Bolivia); denuncias de todo tipo contra las desastrosas consecuencias sociales del neoliberalismo; resurgimiento de los esfuerzos para dotar al movimiento de estrategias fundadas en la práctica teórica y en una visión crítica y autocrítica de las prácticas y visiones pretéritas.

Es difícil encontrar otros movimientos tan certeros y contundentes como el zapatista, tanto en ideas, métodos, como en las formas de concebir y hacer la acción política, en ese largo camino de la recuperación de las energías de los pueblos, principalmente en el continente americano.

Ahora, después de haber emprendido dos grandes esfuerzos estratégicos, los zapatistas convocaron sus bases a «una consulta» y producen la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, iniciando lo que ellos llaman «La Otra Campaña», en contraposición a la campaña electoral en marcha en ese país tan importante como lo es México.

Mi amigo y camarada Polón se ha dejado llevar por los signos aparentes en la nueva ofensiva zapatista. Le molestan los dos relojes, la moto, la pipa y el pasamontañas del Sub-Comandante Marcos, que ahora abandona lo de sub-comandante y asume el de Delegado Zero.

Le decía a Polón que había que seguir muy de cerca esta nueva iniciativa de los zapatistas. Y lo decía por lo siguiente:

Primero: Su nuevo llamado, que como el primero, va a escucharse en todo el mundo, está dirigido a todas las personas y organizaciones, en todo el mundo, que luchan contra el neoliberalismo y por la humanidad. En este sentido, hacen énfasis en que es un llamado a la izquierda para unir la izquierda. Pero no la izquierda de las siglas, sino a las organizaciones de izquierda y sociales, y a las personas.

Segundo: Con esta distinción, plantean que lo que quieren y van a hacer es a escuchar a todo el mundo, a dialogar (el diálogo es un camino de doble vía); y que, luego de hacer eso durante todo el tiempo que les tome su largo recorrido por todo México y sus conversaciones con todos los que, fuera de México, quieran dialogar con ellos, se van a retirar, nueva vez, a Chiapas, a repensar la situación, a tomar decisiones, hacer las propuestas de lugar y reemprender la acción política

Tercero: En una de sus primeras declaraciones, los zapatistas cargan contra López Obrador, el candidato progresista, con todas las posibilidades de convertirse en el próximo presidente de México.

¿Qué pasa? ¿No es ese ataque un contrasentido en su confesada vocación de diálogo con la izquierda de todo el mundo?

Antes de respondernos a esta interrogante, que al camarada Polón lo lleva a dudar aún más de los zapatistas, debemos reflexionar acerca de los nuevos gobiernos progresistas en América Latina, incluyendo el último y uno de los más significativos de ellos, Evo Morales, en Bolivia, y de la conveniencia de nuevos movimientos, auténticamente de izquierda, apoyados militantemente por una izquierda social poderosa, sustentada en sólidos movimientos de resistencia de campesinos, obreros, pobladores de barrios y campos, jóvenes, maestros. Y de lo trascendental que podría resultar para el futuro de la ola progresista que estremece hoy el continente, la existencia de una izquierda social y una izquierda política, que pueda actuar, por fuera e independientemente de los gobiernos progresistas, los cuales se debaten hoy, como le ha pasado a Lula, entre las poderosas presiones de las multinacionales, de los gobiernos del grupo de «los siete», y de la burguesía monopolista interna, y las frustraciones que se generan dentro de sus partidarios, cuando empiezan a identificar que a sus flamantes gobernantes les han «doblado el brazo», algunos por falta de firmeza y otros por haber comprometido a los movimientos sociales que los llevaron al gobierno, con el juego de poder que les imponen las multinacionales y sus herramientas básicas (FMI, BM y BID).

¡Insisto en que hay que seguir muy de cerca la nueva experiencia zapatista!

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