SEGUNDO SEXO

<P>SEGUNDO SEXO</P>

Segundo Sexo recibió una comunicación de Vivian Perezmella,  en la que expresa su puntos de vista con relación a la anterior columna titulada “El crimen de ser negra”, en la que relatábamos incidentes abiertamente racistas ocurridos en torno a la designación de la ministra de Integración de Italia, la doctora Cecile Kyenge, nacida en la República del Congo. Por entender el tema  de interés, reproducimos la comunicación de la señora Perezmella. Por razones de espacio, dejaremos para una próxima edición nuestro parecer.

“He leído su artículo titulado “El crimen de ser negra”, muy interesante y humanista. Sin embargo, quisiera compartir el siguiente punto de vista y quizás cambie su manera de ver ese problema.

En primer lugar, usted compara Italia, uno de los siete países más ricos del mundo, con República Dominicana, uno de los países más pobres del continente americano y uno de los peores educados del mundo.

Hace más de 25 años estudié en Italia y ya en esa época todos los italianos tenían sus problemas resueltos. Todos eran muy bien educados, las escuelas funcionaban a la perfección, la mayoría de ellas gratis, con profesores elegidos en concurso que podía durar hasta un año, pues tenían que pasar una serie de exámenes orales y escritos. Todos tenían acceso a la salud y al menos, en esa época funcionaba muy bien, incluso gratis para los extranjeros. 

Las comunidades muy bien organizadas con todos los servicios básicos, agua, electricidad, basura, civismo y seguridad.  Las pensiones aseguraban una vejez digna, incluso los envejecientes tenían derecho a vacaciones pagadas por el Estado. ¿  Y como está nuestro país 25 años después?  Obvia la respuesta, nuestros pobres dominicanos, o lo que es igual, la mayoría de la población, sigue la misma vida de miseria y escasez de siempre, siguen luchando por salir adelante pero caminan hacia atrás. Antes que pensar en aumentar la pobreza, tenemos que dignificar la vida de nuestra gente. 

Al menos acercarlos al nivel de Italia o Chile si queremos ser más realistas.  Empujar nuestra gente que ha luchado tanto consiguiendo tan poco. 

Nuestros vínculos de dominicanidad se transmiten con la sangre y las vivencias de nuestros antecesores. Mire el caso de Sonia Pierre, haitiana, nacionalizada, pero nunca defendió su “Patria”, siempre defendió su gente. Esperando contribuir humildemente con sus preocupaciones.

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