Segundo sexo

Segundo sexo

Malala nació cuando ya mi generación dejaba atrás la juventud.
Es mucho más joven que mi hija, a quien considero todavía una niña, pero ya deberíamos muchos “adultos” tener las certezas de Malala y pensar como ella piensa. Es más, ya deberíamos hacer como ella piensa y pensar como hace.
Malala es activista a favor de la educación de los niños y niñas en Pakistán. Eso le valió un disparoque casi le cuesta la vida.

Un extremista musulmán entendió como un irrespeto a su fe el afán de Malala de igualar la calidad de la educación entre los sexos.

Creó un fondo para promover y propiciar la educación de las niñas y los niños. Además, habló en las Naciones Unidas sobre su proyecto educativo y aspira a ser Primera Ministro de su país y dedicar un porcentaje importante del presupuesto al tema educativo.

Hace menos de una semana Malala ganó el premio Sajarov a los derechos humanos.

Con una dotación de 67 mil dólares, el premio es el máximo galardón otorgado por el Parlamento Europeo en ese renglón y está dedicado al físico ruso Andrei Sajarov, Premio Nobel de la Paz y luchador por las libertades y los derechos humanos.

Malala fue propuesta para el Nobel, pero no resultó.
Lo del premio es lo de menos. Lo que verdaderamente importa es el fuego que arde dentro de Malala.

Los dominicanos, tan propensos a imitar estilos y conductas, podemos iniciar un movimiento en el que cada uno y una de nosotros sea una propuesta educativa, sea un pilar del desarrollo, sea una cifra de crecimiento, sea una Malala en todos los ámbitos del quehacer humano.

Vamos a derribar esa cifra que coloca a los hogares dirigidos por mujeres como los más pobres; vamos a hacer lo que nos toca para que las niñas de 12 y 13 años no estén grávidas.

Vamos a reducir esas tasas de deserción y repitencia entre los varones.
Vamos a ser Malalas aumentando la tasa de participación de la mujer en la vida laboral y a reducir las ganancias desmedidas que queremos lograr en cada pequeña inversión. Vamos a ser respetuosos del tráfico, a no desperdiciar el agua y creernos todopoderosos porque tengamos un arma al cinto. Vamos a ser Malalas.
Yo soy Malala ¿y tú?

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