Segundo sexo. Con amor para Nani, Esther y Zuly

Segundo sexo. Con amor para Nani, Esther y Zuly

«Y ahí, en la misma ciudad… cuatro mujeres de Nueva York entraron en la siguiente fase de su vida. Ataviadas de amor de pies a cabeza. Y esa es la única marca que jamás pasa de moda». Sarah Jessica Parker

No sé si el embrujo era producido por las luces, los sonidos o los rostros de la gente que se movía urgida por no sé cuál prisa. Pero allí estábamos. Con los pies adormecidos por el frío y la larga e incansable marcha. Estábamos nosotras cuatro, diferentes, generacionales, sonrientes y adoloridas, recorriendo un mismo sueño que empezamos a fabricar muchos años antes, en la época en que andábamos con vendas en los ojos y curitas en el corazón.

Atropelladas entre el edificio Crysler, Times Square, el Madame Toussauds y el arbolito del Rockefeller Center reíamos como tontas, empujábamos y nos empujaban, gritábamos y nos burlábamos, reíamos de nuevo mientras se nos salían los pipís por el frío. Estábamos en Nueva York.

No planificámos encontrarnos nunca, pero se dio muchos años después, en el tiempo en el que los sueños ‘otoñean’ y mientras decíamos adiós con las manos esperando ser captadas por las cámaras de Time Square, nos moríamos de la risa y nos cuidábamos celosamente como si no hubiera nada más importante que nosotras.

A una de ellas la conocí cuando apenas tenia un año. El resto nació en mis brazos, de mi vientre y en mi corazón. Hoy éramos cuatro mujeres felices transitando Nueva York.

De repente el milagro se dio. Me encontré de golpe y porrazo (o no tanto: fue planificado por ellas) frente a frente con el edificio de The New York Times, lo que fue en mis años mozos el non plus ultra del periodismo y, mientras me hacían las correspondientes fotos, las lágrimas corrieron por mis mejillas pensando en lo que logré y lo que nunca alcancé del periodismo aldeano de mi tierra.

Pero mi hija y mis sobrinas estaban conmigo y el cielo entero estaba puesto a mis pies. Cuatro mujeres de distintas generaciones amándose y viviéndose y gozándose en una ciudad en la que conjugar estos verbos puede a veces resultar imposible. Estábamos en Nueva York. Y me permití revalorar todo lo que amo.

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