Segundo sexo: consciencia femenina

Segundo sexo: consciencia femenina

Es probable que la mente logre hacernos inteligentes, pero está mal equipada para darnos la felicidad, la realización y la paz». Deepak Chopra

El 2013 marcó en República Dominicana lo que esperamos sea una era de transformaciones en lo relativo a la educación y, de manera particular, a la educación de las mujeres. El inicio del programa Quisqueya Aprende Contigo promueve la erradicación del analfabetismo que en nuestro país alcanza una cifra cercana al 13 % de la población, de la cual la mayoría son mujeres.

Aunque esta cifra excede por mucho el promedio de analfabetismo en América Latina y el Caribe, no es demasiado distinta a nivel mundial si tomamos en consideración que una cifra cercana a los mil millones de personas, de las cuales dos terceras partes son mujeres, son analfabetas en el mundo.

La hoy solapada marginación de la mujer en la mayoría de los países debe ser un tema que mueva a la conciencia de todos para lograr su erradicación. Esta solo se mantendrá si respondemos de manera efectiva a la asunción de los roles establecidos por género, a la idea de que a la mujer le basta con hacer un “buen matrimonio” para lograr sus metas personales, a la idea -por suerte cada vez menos aceptada- de que es suficiente alcanzar un bachillerato, o desarrollar actividades lucrativas de extracción netamente de género para desarrollarse, o que definitivamente las mujeres no tenemos condiciones válidas para acceder al poder político y económico.

No conminamos con ello a que las mujeres desestimen su interés por las manualidades, la economía doméstica o las labores hogareñas, lo que buscamos es que lo hagan solo cuando estén absolutamente conscientes de que asumir estos roles no responde a patrones impuestos, a procesos de culturización marginales o a reglas impuestas por el machismo de nuestros esposos.

Ser mujer, como ha dicho Simone de Beauvoir, supone un proceso de construcción. La deconstrucción de lo establecido para vernos en la verdadera dimensión humana y actuar en consecuencia. No es el deseo de hombres y mujeres liberales, ni modernas, ni tampoco una bandera que levanto según ondea el viento. Es un derecho, ejerzámoslo.

Publicaciones Relacionadas