Segundo sexo. Latinoamérica y el aborto

Segundo sexo. Latinoamérica y el aborto

La batalla entre el dogma religioso y la ciencia no es cosa de ahora. Como todo poder, la Iglesia tuvo en el Siglo XIX que reinventarse como mecanismo de adaptación a los cambios sociales. Es la época en la que surge la necesidad de ver a la Iglesia no como una censora de las actuaciones del pueblo cristiano, sino con una visión intelectual de los hechos, incluso de los de la fe.

América Latina se convirtió de alguna forma en el baluarte de los dogmas católicos. Esto, tal vez tuvo su fundamento en el hecho de que la región, conjuntamente con el Caribe, concentraba hace unos 25 años el mayor núcleo de católicos del mundo. Recrudecer la visión dogmática en el 42.5% de los católicos era una forma de garantizar la permanencia de la Iglesia en el mundo, sobre todo conociendo que la tendencia a que ese porcentaje de católicos fuera a la alza, era una realidad en estos lares; mientras que Europa, con el 31%, marcaba aceleradas tendencias a disminuir.

Los cambios en las mentalidades de las sociedades también representaron un reto para la Iglesia, en épocas en que el hedonismo, el individualismo y la satisfacción a partir de bienes materiales se fortalecían como resultado de los cambios en el sistema económico.

Pero la Iglesia no asumió la creciente pobreza, ni la marcada diferencia de clases como punto de partida para su fortalecimiento, sino la visión ética religiosa con la que, a su juicio, se debía percibir la vida. El concepto de persona, que entiendo es el punto de partida para la penalización del aborto por parte de la Iglesia, ha sido analizado y asumido desde dos vertientes: la jurídica, que establece derechos en función de la racionalidad, y la conciencia de sí mismo, lo que no posee un feto, y el enfoque de la Iglesia sobre el término.

No participamos de la visión del aborto como “deporte”, como salida fácil a la falta de compromiso sexual, pero la mujer, no debe ser convertida en la punta de lanza de dogmas y doctrinas cristianos, mientras los hombres siguen embarazando y dejando en el olvido a sus propios engendros.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas