Segundo sexo
El crimen de ser negra

Segundo sexo<BR>El crimen de ser negra

«Detrás del racismo siempre hay un egoísmo económico que primero se camufla con teorías y, cuando  fallan, con violencia. Detrás  sólo hay explotación».

En este momento histórico encontramos tantos avances en todos los órdenes, que resulta difícil asumir actitudes y valores que colocan a un grupo étnico sobre otro solo por el color de su piel, pretendiendo privilegios que se  traducen en  dominación y racismo.

El actual primer ministro de Italia, Enrico Letta, designó en abril a la ministra de Integración, la doctora Cécile Kyenge, quien desde el inicio de su gestión ha abogado por los derechos de los inmigrantes, sometiendo un proyecto de ley sobre la base del Ius soli, dirigido a obtener la ciudadanía  para los hijos de los inmigrantes nacidos en Italia.

Kyenge, nacida en la República Democrática del Congo, ha recibido toda clase de improperios, provenientes en su mayoría de la Liga Norte, el partido calificado de xenófobo que mantuvo a Silvio Berlusconi en el poder en su último mandato.

La ministra ha sido calificada despectivamente de “Zulú”, de “mono congolés” e, incluso, ha recibido amenazas de muerte si no se regresa a su continente natal, África. Pero la tapa al pomo la ha puesto Dolores Valandro, consejera municipal en Padua, quien, utilizando como excusa la presunta violación de una  mujer  por parte de un africano, publicó en las redes sociales un comentario abiertamente xenófobo y cruel, en el que incitaba a violar a la ministra Kyenge. “¿Pero es que no hay nadie que la viole, al menos para que pueda entender qué siente la víctima de un delito infame? ¡Vergüenza!”, decía el comentario. Otro alegato decía que Kyenge estaría mejor de criada que de ministra. Aunque Valandro  presentó posteriormente una excusa  tonta, en la que alegaba  no ser mala y que sus palabras eran un escape a su rabia, sus comentarios trascendieron las fronteras y dejaron al descubierto el mismo pensamiento que ha favorecido genocidios a  lo largo de la historia.

Esta es una experiencia que se replica, soterrada y disfrazada en República Dominicana, donde los centros de diversión rechazan la entrada de parroquianos por el color de su piel o las secretarias y recepcionistas de algunos lugares son escogidas según el criterio y el gusto sexual de algunos jefes.  O donde la Junta Central electoral invalida actas de nacimiento de personas de origen haitiano. Ojalá pueda este siglo ver erradicada tanta mediocridad.

@fatimaisolina

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