Segundo sexo
El estratega está de vacaciones

Segundo sexo<BR>El estratega está de vacaciones

Como un acto de debilidad ha sido calificada por algunos la decisión de la Iglesia católica de someter un recurso de amparo contra Profamilia, en razón de su campaña de educación sexual y reproductiva. Yo añado que ha sido también un acto de arrogancia.

No es un secreto para nadie que durante siglos, la Iglesia católica utilizó una serie de recursos tácticos “non sanctus” para someter a las personas a su dogma y doctrina, control que le garantizaba poderío en una época en que Iglesia y monarquía eran una misma cosa, y la esclavitud mental y espiritual eran pedestales de los grandes imperios.

En República Dominicana no hemos avanzado demasiado en algunos aspectos relacionados con estos temas. El emérito pontífice de la Iglesia católica dominicana (que baste decir, no está solo en la comunión de sus ideas) entiende, al parecer, que los dominicanos no hemos alcanzado un estadío que nos permita decidir en torno a nuestra propia sexualidad.  Y aunque a veces parece tener razón, es necesario que entremos en un proceso de concienciación sobre el tema. Parece ser que al estratega de la Iglesia lo cancelaron. O por lo menos, lo mandaron de vacaciones, y a unas bien largas, puesto que, al margen de otras consideraciones, no resulta muy productivo enzarzarse de forma tan abrupta con una entidad que ha hecho surcos y echado semillas en el país en relación con el desarrollo de la gente, sobre todo de las mujeres.

Pues, ¿cómo entender que en momentos en que la credibilidad de la Iglesia está tan erosionada, al punto de requerir lanzar la fumata por un papa latinoamericano, la filial dominicana emita juicios y decisiones tan incompatibles con la realidad social? Tal vez un acercamiento a Profamilia y las instituciones que comulgan con su proyecto de educación sexual fuese más provechoso a los fines de discutir los mensajes dirigidos a la población en torno a este tema. Muchos entendemos las razones por las que la Iglesia católica, apostólica y romana cree haber hecho los méritos suficientes como para seguir decidiendo en torno a situaciones fundamentales de la vida de la gente, como la sexualidad y la labor reproductiva. ¿No tenemos también el derecho a decidir cuáles leyes o reglas morales seguir sin temor a ser juzgados, siempre que no dañen a los demás?.

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